No quería Xavi que Busquets se marchase todavía del Barça. En parte, porque sustituirlo a nivel deportivo era complicado, con todos los mecanismos de un rol esencial que el de Badia ha dominado como pocos. Pero también porque, a nivel económico, era imposible encontrar alguien similar para la situación de los del Camp Nou. 

Así que por muchas declaraciones buscando que el futbolista deseado diese el primer paso, no hubo manera de ablandar a sus clubes. Así pasó con Zubimendi y con Kimmich, incluso con el 'menos caro' Brozovic, por poner ejemplos que se sabían imposibles incluso antes de deslizar sus nombres. 

Xavi, hombre de club y made in La Masía, hizo caso a Laporta y buscó en la cantera. Pero no ha encontrado nada que le pueda servir para ya. Ni siquiera con el regreso de Nico González, al que no ve como pivote defensivo.

Low cost, que no bajo nivel

No quedó otra que bajar el nivel de exigencia muchos enteros hasta encontrar a un viejo conocido, Oriol Romeu. El todavía jugador del Girona salió al Chelsea siendo una gran promesa del Barcelona, pero nunca terminó de 'romperla' en Londres. 

Regresó a España, pero en Valencia tampoco salió bien. Jugó más en el Stuttgart alemán hasta que fichó por el Southampton. Allí sí rindió a gran nivel durante las siete temporadas que vistió sus colores. Pero le llamó el Girona el pasado verano y volvió cerca de casa. Una de las mejores decisiones que pudo tomar. 

Ahora, todo hace indicar que regresará a Can Barça con el papel de suplir a Busquets, cerrando el círculo. No era la primera opción ni la segunda ni la tercera. Pero su precio, 4,5 millones de euros, ha ayudado lo suyo.

En todo caso, eso ya dará igual en cuanto se ponga la camiseta. Intentará convencer a Xavi de que 12 años después de su adiós ya está preparado para jugar en el Barcelona.