Girona y Mallorca se daban la mano en Montilivi antes de que, a las 14h00 CET, echara a rodar el balón. Hay ilusión en la ciudad porque el club está dándole continuidad al gran rendimiento de la pasada temporada, cuando llegaron a soñar con participar unos meses más tarde en Europa, y nada ha cambiado en la actual. Con algunos retoques en la plantilla y el mismo cuerpo técnico, comandado por Michel Sánchez, tanto el juego como los resultados están acompañando.
Los insulares se plantaban en territorio catalán con el reto de bajar a tierra a un equipo que lleva un mes volando. Pese a que son rivales llamados a formar parte de una misma liga (estar cerca ambos en la clasificación), la diferencia era de ocho puntos ya al inicio de la jornada -tres más ahora-. Todo puede cambiar todavía, pero mientras uno asume que peleará otra vez por la salvación, otro aspira a vivir un curso mágico y lleno de alegrías.
Al ritmo de Savinho
El cuadro visitante vivió un gran inicio, aunque ni en sus mejores sueños pensaba en un penalti recién inaugurado el choque. La mano de Viktor Tsygankov permitió que Vedat Muriqi se plantara en el punto fatídico para engañar a Paulo Gazzaniga, que disfrutó de un eterno desayuno de funcionario hasta los compases finales. Varias faltas en el área reclamaron los locales, un deseo que se vio cumplido a la tercera petición, esta vez por una entrada de Samú Costa a Yangel Herrera. Tras la visita de González Fuertes al monitor, Artem Dovbyk superó a Predrag Rajkovic, previa ayuda del poste, pasada la media hora.
Lo cierto es que aquella acción supuso el tanto de la remontada. Estuvieron por detrás en el marcador en torno a 20 minutos, hasta que David López cazó un balón muerto en el área, para cabreo de Javier Aguirre, tras una falta lateral. Un déficit de contundencia ante un rival con tanta chispa nunca suele ser compatible con la consecución de un resultado positivo, y así es como llegó una igualada que dio pie a todo lo demás.
El vendaval había comenzado y Sávio Moreira se erigió protagonista. En uno de sus muchos desbordes, encontró a Iván Martín dentro del área para que este último, con un exquisito toque de balón, convirtiera el tercero. Y con todavía nueve minutos de descuento por delante, Yangel Herrera hizo gala de su buen disparo desde lejos en una acción sublime que casi garantizaba el asalto al liderato -al menos durante unas cuantas horas, a la espera de lo que hagan Barcelona y Real Madrid-.
Abdón, qué tarde que viniste
Hubo conato de tangana tras el pitido del colegiado, pero el pequeño lío se solucionó pronto. Los problemas de la entidad bermellona, no. Amath Ndiaye accedió al campo para agitar una segunda mitad que bien pudo cambiar, al menos algo, si el propio atacante senegalés hubiese acertado en un cabezazo que se fue desviado. Yan Couto se quedó dormido -también en la séptima diana del duelo- y el recién ingresado lo adelantó por la derecha tras una fantástica asistencia de Pablo Maffeo.
Las esperanzas eran ya pocas, pero esa evidente mejoría recibió un duro castigo por culpa de Savinho, que trenzó una sublime pared con Dobvyk y dio forma a una manita de lujo. El propio extremo brasileño, incansable, le dio una buena oportunidad a Cristhian Stuani para que se sumase a la fiesta, pero el uruguayo remató mal. Poco margen de actuación tenía Aguirre, pero dio entrada a Cyle Larin y a Abdón Prats prácticamente a la desesperada. El último, un obrero en esto del fútbol, tuvo el acierto que le faltó al canadiense y peleó tanto por arriba como por abajo para firmar un precoz doblete (5-3).
Jugador Flashscore del partido: Savinho.
Las estadísticas del choque están disponibles en Flashscore.