Isco Alarcón salió del Real Madrid tras cumplir contrato y decidió unirse a las filas de un Sevilla donde iba a reencontrarse con Julen Lopetegui, un entrenador que confió en él tanto con la selección como en el conjunto blanco. El vasco fue destituido por los paupérrimos resultados, las sensaciones eran todavía peores y un fuerte desencuentro con Ramón Rodríguez Monchi provocó que la ruptura fuese total. Se marchó en diciembre de 2022 tras haber llegado ese mismo verano.

Tras alrededor de medio año como agente libre, el talentoso centrocampista se decantó por continuar en LaLiga EA Sports en vez de probar fortuna en el extranjero sin cambiar siquiera de ciudad. Regresaba así a la capital andaluza, ahora para jugar en el eterno rival, tras haber involucionado en el cuadro blanco y pasado muy desapercibido en su última experiencia -un gol y tres asistencias en 19 participaciones-. Eran múltiples las dudas que había respecto a su rendimiento.

A las órdenes de Manuel Pellegrini brilló en el Málaga y al Benito Villamarín que se fue con él. Se esperaba que le diera un mínimo de confianza, pero a partir de entonces todo dependía del propio futbolista, que ha sido elegido MVP en varias ocasiones. Su estado físico recuerda al de tiempos pretéritos y la calidad viene de serie, de modo que esta es una combinación perfecta para volver a ver a ese Isco que encandiló al público cuando todavía era un chaval.

El jugador nacido en el Arroyo de la Miel siempre ha sido titular en la presente campaña. Aún no sabe lo que es empezar un partido desde el banquillo y esa es la prueba más evidente de que su rol es principal. Cierto es que se ha visto beneficiado por la lesión de Nabil Fekir y por la salida de Sergio Canales, pero ha superado las expectativas con creces y es una de las principales esperanzas del Betis de cara a hacer algo importante en los siguientes meses.