Salió el sol en Donosti después de un temporal que ha azotado a casi toda la península en los últimos días. Plan perfecto: sábado, en torno a 18 grados y un partido para disfrutar del fútbol en el Reale Arena. Bocadillo en mano al descanso o ruta de pintxos antes del pitido inicial, a gusto del consumidor, para que el único sonido (sin oír las tripas a una hora delicada) fuese el del propio ambiente. Ya lo visite el mismísimo Athletic Club de Bilbao en el gran derbi o el Real Club Deportivo Mallorca, el viejo Anoeta acostumbra a ofrecer una estampa que los realizadores de televisión siempre agradecen.
El conjunto visitante aterrizó en el césped con una declaración de intenciones: Cyle Larin tardó apenas un minuto en situarse delante de la portería de Álex Remiro, que desactivó la alerta con una gran intervención. Protestó el ex del Real Valladolid porque, tras hacer bueno el pase de Vedat Muriqi, reclamó penalti por un ligero agarrón que le impidió definir como hubiese deseado. Apenas había dado tiempo a analizar que Takefusa Kubo o Robin Le Normand esperaban turno en el banquillo (Álvaro Odriozola y Arsen Zakharyan se estrenaban como titulares esta temporada).
Sin Kubo es más difícil
Antes de que José Manuel Copete viera la primera tarjeta amarilla del duelo al cuarto de hora, el canadiense gozó de otro mano a mano obra y gracia de un genio llamado Dani Rodríguez, cuya magia silenció a un estadio que se encomendó a ese arquero que no tira flechas y sí hace sobresalientes paradas, esta última con los pies. El mismo centrocampista tuvo la tercera ocasión para los suyos con un cabezazo que se marchó un poco desviado. La Real Sociedad, entretanto, fracturada en dos bloques ante la escasa participación del centro del campo -Mikel Merino y Martín Zubimendi, con muchas dificultades-.
El público tiene ganas de disfrutar con los fichajes y, por el momento, Hamari Traoré es el único que está teniendo continuidad. Sin el lesionado André Silva, tocaba ver en escena a un chico ruso del que hablan maravillas pese a que su única experiencia hasta hace unos meses era el Dinamo de Moscú. Animó un poco a la grada, todavía antes del paso por vestuarios, de donde no salió, con un disparo desde la frontal del área que hizo levantar a varios espectadores de sus asientos. El cuadro insular ya contaba con tres amarillas (Antonio Sánchez vio la última), las mismas que al final -sin incluir a Javier Aguirre-.
Querer y no poder
Ya estaba cerca del sobresaliente, pero Remiro se ganó un busto en los aledaños y una epopeya escrita sobre la piedra más cara de todas tras una doble atajada que frustró de nuevo a Larin. Rechazó el intento de Rodríguez y se hizo grande cuando el esférico le cayó al ariete, quien soñará unos días con el guardameta porque, además, le metió un pelotazo en la cara. Alguacil agitó el banquillo y, pese a no conseguir frenar las transiciones del rival, abrió el marcador gracias a un pase espectacular de Takefusa Kubo que culminó el hasta entonces desaparecido Brais Méndez.
La afición botaba de espaldas, como es habitual en esta plaza, y volvió a hacerlo cuando Mikel Oyarzabal anotó el 2-0. No hacía falta siquiera revisar la acción vía vídeo para comprobar que el internacional español estaba en posición antirreglamentaria. Los buenos minutos del cuadro anfitrión fueron un espejismo, si bien Predrag Rajkovic mantuvo con vida a los suyos con dos llegadas casi testimoniales. La emoción estaba servida de cara a un desenlace al cual los bermellones llegaron fuertes tras una nueva amenaza, con la testa, por parte de un Samú Costa cuyo remate no encontró portería.
Hasta los más escépticos pueden definir como milagro lo de este sábado, especialmente después de la triple ocasión que desperdiciaron los de Aguirre cuando el árbitro ya pensaba cuánto descontar. Amath Ndiaye evitó contrarios como si fueran conos y chocó también con un muro que sí evitó Muriqi, pero su cabezazo se estrelló con el larguero. Aún faltaba otro golpeo de forma consecutiva, y ahora fue Aihen Muñoz quien fustró todavía más a un equipo condenado a marcharse de vacío pese a haber hecho méritos de sobra para trasladar el botín a las Islas Baleares. El descenso, por tanto, sigue a un par de puntos.
Jugador Flashscore del partido: Álex Remiro.