Carlos Henrique Casemiro (31) fue expulsado en el partido contra el Galatasaray, una situación que tuvo cierta incidencia en el resultado final. El pase endiablado de su compañero André Onana provocó su intervención para frenar al delantero rival, que estaba preparado para batir al guardameta con pasado en el Ajax. Recibió la segunda amarilla y tuvo que ver el resto del encuentro (menos de una cuarto de hora) desde fuera del terreno de juego.

Lo cierto es que Mauro Icardi no logró aprovechar esa pena máxima y, por tanto, se mantuvo el empate en el marcador (habían marcado Rasmus Hojlund por partida doble y tanto Wilfried Zaha como Kerem Akturkoglu). En cambio, el contrastado ariete italiano, asistido por el colombiano Davinson Sánchez, se resarció minutos después (2-3) y terminó de silenciar un estadio, Old Trafford, que ya había sufrido un par de mazazos importantes con anterioridad.

Casemiro, que empezó a destacar en el Sao Paulo, no sabía lo que era ver una tarjeta roja en competiciones europeas hasta este martes. Llegó al Manchester United con casi un centenar de participaciones y, en ese sentido, todavía seguía limpio. No es un dato baladí porque ocupa una posición que le obliga a estar constantemente en alerta y, en consecuencia, muy expuesto a coyunturas que navegan sobre la frontera de lo que entra y lo que no en el reglamento.

El veterano mediocentro salió muy bien parado de LaLiga a nivel disciplinario, ya que abandonó el campo por ese motivo sólo en dos ocasiones: el 10 de marzo de 2019 en Valladolid y el 10 de abril de 2021 en un clásico contra el Barcelona. En la Premier League, en cambio, ya lo ha sufrido ese mismo números de veces (el 4 de febrero frente al Crystal Palace y el 12 de marzo en la visita del Southampton al teatro de los sueños). Esta es su segunda campaña allí -mientras que estuvo en el Madrid-.