Los 'giallorossi' de José Mourinho visitan en la Europa League al Sheriff Tiraspol, un equipo de la capital de un Estado inexistente. La Transnistria de la "educación siberiana", que se hizo famosa en Italia tras los rocambolescos relatos de ficción de Nicolai Linin, es en estos momentos una zona especialmente caliente, aunque no en guerra, por el conflicto ruso-ucraniano. La región está separada por el río Dnestr, que también subraya geográficamente la incompatibilidad entre ambas partes.
Dos orillas irreconciliables
Por un lado está Moldavia, mirando hacia el oeste, nacida de los escombros de la Unión Soviética y donde se habla rumano; por el otro está Transdniéster, todavía ligada a ese mundo, donde se exhiben la hoz y el martillo, se habla ruso y se adopta el rublo como moneda. Una región que busca la independencia desde 1990 y para ello desencadenó una guerra en 1992 que terminó con un armisticio firmado por el Presidente ruso Boris Yeltsin y el Presidente moldavo Mircea Snegur, que sancionaba la separación de Moldavia y Transnistria, la creación de una fuerza de mantenimiento de la paz y una zona desmilitarizada como amortiguador.
Dos capitales: Chisinau para Moldavia y Tiraspol para Transdniéster, con aduanas en la frontera. Esta última gobierna a través de su Soviet de menos de 400.000 habitantes con mayoría ruso-ucraniana, motivo de diferencia e incompatibilidad que motivó la petición de independencia en 1990. Edificios grises en forma de colmena que recuerdan la época de Kruščev y Brežnev dominan la entrada a este autoproclamado Estado que nadie reconoce.
Toda la iconografía típica de la propaganda soviética está presente en la capital: desde la bandera verde y roja con la hoz y el martillo hasta la gigantesca estatua de Leinin frente al palacio presidencial, sin olvidar el muro que celebra las victorias rusas en la Segunda Guerra Mundial.
Una capital que también está peligrosamente cerca geográficamente de la guerra: a 15 km de la frontera ucraniana y a 100 km de Odesa, escenario de los ataques rusos. Y la "Madre Rusia" no olvida a su pueblo, como ha declarado retóricamente Putin, por lo que en Moldavia se teme que, en una posible escalada del conflicto, Rusia decida echar una mano a sus separatistas en la región.
Un campeonato común
Lo que les une es el campeonato de fútbol moldavo, la Divizia Nationala, dominado por el Sheriff de Tiraspol, rival de la propia Roma. Veintiún campeonatos y cuarenta y un títulos en total. Al frente está un entrenador italiano, Roberto Bordin, exportero del Parma, Atalanta y Nápoles y ex segundo entrenador de Bolonia, Sassuolo y Verona. En su segunda experiencia en el club de Tiraspol, tras la vivida entre 2016 y 2018, ya ha ganado tres títulos de liga al frente del equipo.
También en Europa, su Sheriff se llevó alguna satisfacción, venciendo con al Real Madrid en el Santiago Bernabéu en 2018. Sin embargo, a pesar de su regreso, el Sheriff no logró superar la fase previa de la Liga de Campeones, pero le fue mejor en la Europa League con victorias ante el Bate Borisov y el Kllavsvik.
En liga, cuatro victorias y una derrota hasta la fecha, con 13 goles a favor y tres en contra. Bordin confía en su llamado "bloque africano", formado por el camerunés Gaby Kiki, el marroquí Amine Talal y el burkinés Cedric Badolo, puntos fuertes en defensa y mediocampo.
La Roma, a 100 km del frente de guerra, está listo para iniciar su campaña en Europa.