El Barcelona ha finalizado primero de su grupo en la Liga de Campeones. Un objetivo doble, el de clasificarse para octavos y como cabeza de serie, que se ha conseguido incluso perdiendo en tierras belgas. 

Pero la situación en LaLiga, a siete puntos del Girona y a cinco del Real Madrid, los dos únicos equipos que le han derrotado en la competición doméstica, y la imagen de un equipo que para nada se parece al cohesionado de la temporada pasada, han hecho que el crédito del entrenador se vaya perdiendo. 

Tampoco están ya Mateu Alemany y Jordi Cruyff como parapetos para defender a ultranza a Xavi. Y Deco, excompañero suyo como futbolista y máximo responsable deportivo, no parece encantado con los métodos del técnico de Terrassa. Si los resultados, además, no acompañan, cualquier gesto, como el de la foto de Laporta con Rafa Márquez, técnico del filial, se magnifica. 

O como el de forzar la convocatoria de Lewandowski, Gündogan y Araujo, que no entraron en la primera convocatoria para Amberes, pero sí a última hora.  Según Xavi, por consenso. Algo desmentido luego por Deco. Encima, el polaco fue titular. Y eso que no iba a viajar…

Valencia, punto de inflexión

Con todo esto, el Barça no puede permitirse más tropiezos si no quiere alejarse más de los puestos de arriba. El problema para los azulgrana es que viajan a Mestalla, territorio hostil. Más, cuando los de Rubén Baraja sólo han sumado uno de los 12 últimos puntos en juego. Saldrán echando fuego por la boca para intentar romper su negativa racha y, de paso, sumar ingentes dosis de moral derrotando a un gran enemigo. 

Una derrota no acabaría con el puesto de Xavi, ni mucho menos. Pero le dejaría más tocado aún de lo que empieza a estar. Habrá que ver cómo sale de esta peliaguda situación, incluso más complicada que la de haberse quedado fuera de Europa a las primeras de cambio en las dos últimas campañas.