Cuando Harry encontró, no a Sally sino al Bayern en el mercado de fichajes, todo parecía encajar. Los bávaros se hacían con un contrastado goleador que pondría fin al vació que dejó un año antes Lewandowski al marcharse al Barcelona. Y el británico por fin podría saborear qué se siente al levantar trofeos y ganar títulos.
El matrimonio parecía bien avenido. El Bayern de Múnich no tenía rival en la Bundesliga, donde lleva 11 temporadas proclamándose campeón. Y siempre es favorito en cualquier competición doméstica.
Pero en este curso 23/24 todo ha cambiado. Y eso que Kane sigue registrando unos números extraordinarios. Sólo con su club, lleva 25 goles en Liga en sólo 22 apariciones. A los que añade cuatro dianas más en siete partidos de Champions.
En Inglaterra hacen mofas con él. Carne de meme en redes sociales. Pero la realidad es así de cruel. El ariete debutó en la final de la Supercopa de Alemania contra el RB Leipzig. Podría haber hecho realidad aquello de 'llegar y besar el santo'. No fue así. Un hat-trick del internacional español Dani Olmo le dejó sin el primer trofeo de su carrera deportiva.
Después llegaría otra terrible decepción con la eliminación, a las primeras de cambio, por el Saarbrucken, un equipo de Tercera división, en la DFB Pokal, la Copa alemana. Él no jugó, pero dio igual. Otro título se escapaba.
Y tras la derrota ante el Bayer Leverkusen de hace dos jornadas y la cosechada ante el Bochum este fin de semana, parece que la Bundesliga también se le ha puesto imposible. Son ya ocho los puntos de desventaja del Bayern respeto al conjunto dirigido por Xabi Alonso.
Al borde del adiós en la Champions
Por si fuera poco todo esto, en la ida de los octavos de la Liga de Campeones, los de Tuchel perdieron 1-0 ante la Lazio. Toca, pues, remontar en el Allianz Arena para poder seguir vivos en la competición. De lo contrario, otro nuevo revés que alimentará aún más si cabe la maldición de un Harry Kane que, a pesar de sus múltiples goles anotados, no sabe aún lo que es ganar un título.