La etapa de Umtiti en el Barça se divide en dos: el antes y el después del 2018. En el 2016, el galo aterrizó en el Camp Nou como una de las grandes promesas defensivas de Europa. En sus dos primeros años manejó un rendimiento aceptable. Conquistó dos Copas del Rey y una Liga, lo que le permitió ser convocado por Didier Deschamps para el Mundial de Rusia. 

Umtiti, motivado por la historia, aceptó el llamado de Deschamps. En Barcelona advirtieron sobre la existencia de una delicada lesión: el jugador sufría un desgaste en el cartilago de la rodilla derecha. El club sugirió operarle. El deportista, con miedo a perderse el Mundial, negó la posibilidad de pasar por el quirófano. 

En Rusia, Umititi disputó 6 partidos (540 minutos) y marcó un gol fundamental ante Bélgica. El barcelonismo se ilusionó con su rendimiento cuando, en realidad, el futbolista estaba desgastado físicamente. 

El Mundial pasó factura: al no operarse, la rodilla perdió potencia y Umtiti, acostumbrado a llevarse elogios en Lyon y en la selección francesa, era víctima de críticas, burlas e insultos. "Lo único que quería era sentirme apreciado, útil, respetado. Pasé cuatro años en Cataluña en prisión, no solo a nivel deportivo, sino en la vida cotidiana", dijo a Canal + en Francia. 

El año pasado, Umtiti disputó tan sólo un partido con el Barça. En la presente temporada completó 23 apariciones con el Lecce, recuperando protagonismo y minutos en una liga tan compleja como lo es la Serie A. 

El Lecce descansa en la posición número 16 de la tabla con 33 puntos. Para continuar en la Primera División italiana, el equipo debe vencer al Monza o al Bolonia en las últimas jornadas de la Serie A.