El Brujas de Jutglà somete a un Atlético de Madrid demasiado conformista y rácano (2-0)

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El Brujas de Jutglà somete a un Atlético de Madrid demasiado conformista y rácano (2-0)
El Brujas de Jutglà somete a un Atlético de Madrid demasiado conformista y rácano (2-0)
El Brujas de Jutglà somete a un Atlético de Madrid demasiado conformista y rácano (2-0)AFP
La clasificación del Atlético de Madrid para los octavos de la Liga de Campeones se ha puesto más cara aún, por no hablar de la primera plaza, una quimera. El Brujas supo cómo jugarle a los de Simeone, que pagaron caro un planteamiento excesivamente conservador. Sowah y Jutglà anotaron los dos tantos con los que los belgas han metido a los colchoneros en un cuento de brujas malvadas

Es ponerse a sonar la música de la Champions y a Diego Simeone le cambia la cara. Y él se la cambia a su equipo. No es el único culpable el entrenador, desde luego, pero es el que manda a sus jugadores a defender antes que a mirar a la portería contraria. A no aprovechar la mayor calidad de sus oponentes. Sólo así se explica que el modesto Brujas pasara por encima y le haya dejado temblando, sin casi opciones de pasar a la siguiente ronda. O gana todo o a la calle. 

Después del subidón tras la victoria ante el Sevilla, la segunda aparición como titular de Griezmann parecía avisar de las buenas intenciones madrileñas. Pero en vez de aprovechar su visión de juego o la voracidad de Morata o la velocidad por bandas de Llorente o Carrasco, se limitó a dejar hacer a los locales. Y cojos no son. Menos con un Jutglà que llama a gritos a Luis Enrique. 

Aun así, dispuso de ocasiones, alguna clara, especialmente una de Morata al que Mignolet le ganó el uno contra uno. Pero fue casi por inercia esa ofensiva. La intensidad del Atleti se añora. Y sin ella, no hay energía que mueva los vientos del centro del campo. Tampoco la defensa da demasiadas alegrías últimamente. Jutglà se sobraba para poner en jaque a todos, a Giménez y a Savic, a Molina y a Reinildo. Y a Oblak, que para eso le marcaría el segundo. 

Pero antes, el primero. Y este llegó también gracias al delantero barcelonés, que se internó en el área sin casi oposición y regaló el gol a Sowah. Era el minuto 36 y se esperaba una reacción atlética. Para nada. Poco antes, además, se había lesionado Llorente. 

El paso por vestuario no sentó mejor a los del Cholo. Jutglà, de nuevo él, seguía amargando la noche a cualquiera que vistiera de naranja, la tercera equipación. Si no es por Oblak, el segundo habría llegado antes. De todos modos, iba a llegar y llegó. Un derechazo dentro del área del catalán y 2-0. 

Entonces sí hubo amor propio. Y hasta un penalti que marró Griezmann enviándolo al larguero. No era su noche, la de ninguno de sus compañeros tampoco. Y así se tira una Champions.