Sabíamos que no iba a ser emocionante y el pelotón no tuvo el sentido de dar un golpe de efecto. La mayor parte del movimiento se produjo hacia la retaguardia, con los gregarios recogiendo botellas de agua y otros avituallamientos como sherpas en el asfalto.

Hay que reconocer que esta 7ª etapa fue un poco más agitada que la del martes, que terminó en el circuito de Nogaro, gracias a Simon Guglielmi, que intentó una excursión en solitario antes de que se le unieran Pierre Latour y Nans Peters. El primer atacante del día ganó el dorsal de la combatividad y en la côte de Béguey (4ª categoría) dejó a la pareja recién llegada para intentar doblar los trenes de los sprinters. Obviamente sin éxito.

A 10 kilómetros de Burdeos, engulleron a los dos franceses, Peters primero y Latour segundo, a falta de 3,5 kilómetros.

¿Un triplete para Jasper Philipsen, un récord de victorias en el Tour para Mark Cavendish tras el ganador en la capital de la Gironda o un tercer corredor que se invitara a sí mismo al festín en los 200 metros finales? El británico se anticipó desde lejos para sorprender a Philipsen. El grupo, liderado otra vez por Mathieu van der Poel, tiraba fuerte. El maillot verde se quedó solo en la llegada masiva con Cavendish siguiendo su estela. Detrás de ellos, Biniam Girmay terminó 3º y el velocista del Arkéa-Samsic Luca Mozzato consiguió un buen 4º puesto.