Miami tenía su billete para la final en sus manos. El marcador era de 103-102; las gradas del Kaseya Center festejaban el aparente triunfo y los de Boston, desconcertados, consumaban una dolorosa derrota que terminaba su andadura en la NBA.
A falta de una décima, apareció un héroe inesperado que, además de brindarle a los Celtics una victoria histórica, forzó un séptimo partido de una serie de nunca acabar. Derrick White fue el jugador que marcó una canasta que ya está escrita en las páginas del baloncesto estadounidense.
El partido de este sábado vivió las dos versiones de los Celtics: la primera, la del equipo distraido, desconectado y permisivo en defensa. La segunda, la del conjunto aguerrido, estructurado y que mantiene la ilusión hasta el final, incluso con todo en contra. Los de Boston, que habían empezado perdiendo la serie 3-0, han realizado una remontada más que memorable y esperan en casa sellar un triunfo que supondría un impulso anímico enorme.
Jimmy Butler (24 puntos, 11 rebotes y 8 asistencias), una de las grandes estrellas de la temporada, ha quedado frustrado con la caída de Miami. Los Heat tendrán un partido de infarto que definirá el clasificado a la última instancia, y todo gracias a un White que aprovechó una desconcentración de los locales para igualar la eliminatoria.