Porque Mara, hijo de un padre que fue jugador de baloncesto y de madre de una jugadora de voleibol que llegó a ser internacional, tiene un potencial casi ilimitado. Con sus 2,18 metros de estatura y 2,35 de envergadura, el jugador zaragozano es algo más que una promesa.
Desde su debut en la ACB hace menos de seis meses hasta ahora, Aday Mara ha ido creciendo en importancia y en números. Ya había debutado el año anterior en la Copa de Europa de la FIBA de modo testimonial con su Casademont Zaragoza. Su debut en la liga española tuvo que esperar hasta el presente curso cuando jugó contra el Baskonia anotando 8 puntos y sumando 4 rebotes y una asistencia en apenas 19 minutos.
Está promediando 5.8 puntos, 3.3 rebotes y 7.1 de valoración en los 11.3 minutos que lo suele poner en cancha su entrenador, Porfi Fisac. Y se ha convertido en el cuarto jugador que suma más de 20 de valoración en un partido antes de cumplir los 18 años. Los otros tres: Ricky Rubio, Luka Doncic y Usman Garuba.
Más allá de esos números, el pívot español es de aquellos que cambian tiros a los oponentes por el riesgo de recibir tapones, de los que aprovecha su versatilidad -puede botar, asistir o tirar- para superar a rivales. Talento y cabeza van de la mano en este proyecto de jugador al que, si le respetan las lesiones, se puede convertir en uno de los grandes dominadores del deporte de la canasta.
Si España tuvo una vez un E.T. en Pau Gasol (42), ahora anda suelto un unicornio de considerables dimensiones que puede seguir sus pasos. A Aday Mara le queda un mundo por delante para ser comparado a la estrella universal que fue el de Sant Boi, pero ya ha iniciado un camino que le llevará, irremediablemente, a la NBA, donde seguro que le esperará un tal Victor Wembanyama, el número 1 del próximo draft.