Allá por 2010 uno de los grandes héroes del Dream Team de la piscina, de aquella selección masculina que subió a lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y con la que ganó siete medallas, fue reclutado para intentar elevar el nivel de la selección española femenina.
Una tarea que costó sudor y lágrimas, mucho esfuerzo y dedicación, y una paciencia infinita para ir moldendo el talento que comenzaba a asomar en las categorías inferiores. 14 años más tarde, Miki Oca no sólo consiguió el objetivo para el que se le contrató sino que los superó con creces, como hizo como jugador.
España se coronó en París 2024, donde se llevó el oro al ganar a Australia por 11-9.
Antes, otras 13 medallas más. Entre ellas, las de campeonas del mundo y de Europa. Pero allí en tierras galas es donde supo que habría que dejar paso, que tendría que buscar nuevos retos -se habla de China- o incluso irse a descansar.
De momento, continuará hasta que el presidente de la Federación encuentre un sustituto. Pero la intención era la de no dirigir en la Copa del Mundo al combinado nacional.
Haga lo que haga, se vaya ahora o tras esta competición, el waterpolo español perderá a uno de sus grandes referentes, si no el que más, un Miki Oca que tendrá su hueco en un imaginario Salón de la Fama de este deporte.