El camino hasta su triunfo en la final de Nueva York ante Taylor Fritz fue una prueba de fuego para Sinner, el número uno del ránking mundial.
"Este título significa mucho para mí porque el último periodo de mi carrera no fue fácil, pero tengo el apoyo de mi equipo y mi familia", afirmó Sinner al alzar su segundo trofeo de Grand Slam este domingo en Flushing Meadows.
El tenista forjado a los pies de los montes Dolomitas tuvo que refugiarse en su mentalidad de hielo cuando, días antes del arranque del US Open, se hizo público que había dado positivo en dos controles antidopaje el pasado marzo.
Los casos se mantuvieron en secreto hasta ese momento, cuando la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA) anunció la absolución del tenista. El organismo consideró que las pequeñas cantidades detectadas de clostebol, un anabolizante prohibido, llegaron al cuerpo de Sinner de forma involuntaria.
Sinner, que dos meses antes había ganado su primer título grande en el Abierto de Australia, alegó que la sustancia se hallaba en un aerosol de venta libre que utilizó su fisioterapeuta para curar una herida en su mano y que acabó contaminando al tenista.
El jugador tirolés, siempre discreto, aterrizó en Nueva York bajo este revuelo mientras el mundo del tenis trataba de digerir la noticia.
"En mi mente sé que no he hecho nada malo", aseguró ante la prensa mientras la mayoría de sus colegas no discutían en público la decisión.
Las escasas voces críticas, como el polémico Nick Kyrgios o el canadiense Denis Shapovalov, apuntaron hacia un posible trato de favor hacia el número uno al que, a diferencia de otros casos, se le permitió seguir compitiendo mientras se llevaba a cabo la investigación.
Entre los gigantes del tenis, Novak Djokovic y Roger Federer se mostraron comprensivos con la frustración de algunos jugadores frente a este caso, mientras que Rafael Nadal expresó su confianza tanto en Sinner como en el proceso que se le aplicó.
La carrera con Alcaraz
Tratando de pasar página lo más rápidamente posible, Sinner despidió tanto al fisioterapeuta Giacomo Naldi como al preparador físico Umberto Ferrara, que fue quien proporcionó el aerosol.
Durante el torneo, Sinner se apertrechó con un equipo reducido al mínimo y liderado por Darren Cahill, el entrenador que en los últimos años transformó a un prometedor pero liviano jugador en una máquina de ganar.
En Nueva York Sinner sólo se dejó un set en un nervioso debut ante Mackenzie McDonald y otro en los cuartos ante el ruso Daniil Medvedev, campeón en 2021.
En la final impuso su experiencia frente al debutante Fritz y zanjó el duelo en tres sets en la mayor pista del mundo y frente a la mirada de celebridades como Taylor Swift.
Señalado como el jugador llamado a dominar el futuro junto a Carlos Alcaraz, Sinner viene recortando terreno respecto a la fulgurante aparición del español.
Tras varias finales perdidas, el italiano atrapó en 2023 su primer Masters 1000 en Canadá y este año su palmarés ha despegado con títulos a ese nivel en Miami y Cincinnati y otros trofeos en Rotterdam y Halle.
En esa cosecha de 2024 relucen sus dos primeros torneos de Grand Slam, con los que se aproxima a los cuatro que posee Alcaraz, triunfador este año en Roland Garros y Wimbledon.
Sinner y Alcaraz, de 23 y 21 años, se han repartido así los cuatro trofeos grandes de esta temporada, la primera sin victorias de un integrante del 'Big 3' (Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer) desde 2002.
Con la misión cumplida el pelirrojo tirolés, prodigio del esquí en su infancia, se permitió una contenida sonrisa al ser anunciado como el primer campeón italiano del US Open.