Carlos Alcaraz afrontaba las semifinales del Mutua Madrid Open el día de su 20 cumpleaños. Hay veces, cuando se le ve jugar con tanta solvencia frente a rivales con una dilatada trayectoria, que parece inverosímil que haya dejado la adolescencia hace tan poco tiempo. Su rostro, sin embargo, engaña mucho menos. Su última actuación, contra Borna Coric y ante un público entregado para seguir disfrutando de un muchacho que parece llevar una década en la élite, es otra prueba más.

El juego inaugural, muy largo y disputado, era una pista muy clara de lo que iba a venir después. Muy pronto, quizás antes de lo esperado, empezó el sinfín de dejadas para amargar a su rival. Un globito espectacular en su primer servicio provocó un festival de aplausos. Llegaron más en los minutos posteriores, como también un par de dobles faltas para cada uno antes de que arrancara el segundo set.

Alcaraz, que anotó un punto magnífico con media vuelta incluida, cambió buena parte del guion del choque cuando le rompió el saque a su oponente, se puso por delante en el marcador y lo ratificó al establecer el 4-2. El murciano minimizó el número de errores no forzados, apenas dio oportunidades al balcánico de que pudiera creérselo y confirmó el 1-0 en el global tras imponerse por 6-4.

Un sustito sin consecuencias 

Parecía que el croata cavaba su tumba en el torneo cuando perdió el servicio, esta vez en el tercer juego. Sin embargo, el flamente veinteañero tropezó y llegó el 2-2. Le duró muy poco la alegría, apenas minutos, al 20º del ranking ATP, que no aprovechó su saque. Y así, claro, es muy complicado superar a un jugador crecido y dispuesto a soplar las velas con los deberes hechos. Todas sus opciones parecían haberse desvanecido de forma definitiva, algo que su confirmó cuando llegó el 6-3.

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