Con los focos en la grada donde Campazzo, que no podrá jugar hasta marzo por la sanción al Estrella Roja, había declarado horas antes del duelo ante su exequipo que se quedaría en Belgrado, se antojaba caliente el partido entre los serbios y el Real Madrid.
Los rojiblancos, de la mano de Ivanovic, se han convertido en un equipo muy sólido, capaz de poner en aprietos a cualquiera de los grandes aunque no cuente ni con el citado Facu ni tampoco con su compatriota Vildoza, lesionado. Los blancos también llegaban henchidos de moral tras sus palizas a Maccabi y a Gran Canaria, aunque sin otro argentino, Gaby Deck, también con problemas físicos.
Tavares, gigantesco
No le hizo falta teniendo a Tavares para dominar los tableros anotando e intimidando. Entre los locales nadie podía parar al caboverdiano y los de Chus Mateo lograron su primer acelerón (5-12), que fue neutralizado una vez que Nedovic calentó el microondas y lideró a los suyos con un 8-1 para equilibrar las cosas (13-14). No se inmutó el Madrid, que tiró de una intensa defensa que dejó en un pírrico 31 % en el tiro a su rival y de acciones individuales de Williams-Goss y Musa para cerrar el primer cuarto con la máxima renta del duelo hasta ese instante (16-25).
En el segundo, las rotaciones, ya con Poirier, Sergio Rodríguez y Llull en cancha, volvió a apretar las tuercas del aro serbio el conjunto español para disfrutar de 14 de ventaja (17-31). Sólo Nedovic aguantaba el tipo. Con 29-36 y en plena reacción local, el partido tuvo que pararse porque desde la grada, encendida, lanzaron un vaso de bebida al banquillo madridista. Recordó esta acción a tiempos pretéritos en la sala Pionir cuando se tiraban hasta monedas a los rivales. Quedaba poco para el descanso al que se llegó, gracias al despertar de Petrusev, a un más apretado 34-38.
El Madrid se perdió en los vestuarios...
Con una empanada brutal, descentrado por completo, apareció el Madrid en la cancha. O la sombra del Madrid. 8-0 de parcial con Petrusev desatado e incluso anotando por encima del gigante Tavares (42-38). Casi cuatro minutos y un tiempo muerto tardaron en cortar la sangría y volver a meterse en el partido. Y de qué forma. Del desastre absoluto a un 2-15 con el que recuperó el mando y entró por delante (51-57) al último cuarto gracias a los tapones de Tavares, a la dirección de un Sergio Rodríguez que volvía a divertirse y a que por fin se descubrió la kryptonita para Nedovic.
Pero encontró el camino de la victoria
Por si acaso el Estrella Roja volvía a centrarse, el Madrid apretó los dientes en defensa como sólo los de Mateo saben hacer. Y en los primeros cinco minutos de ese último cuarto, con Rodríguez, Musa, Hanga, Cornelie y Tavares como quinteto, sentenciaron el duelo con un 0-12 de los que duelen a quien lo encaja (51-69). Desde ahí, a dejar pasar el tiempo para sellar una nueva y brillante victoria en la Euroliga para mantenerse en lo más alto de la clasificación.
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