Las fases del KO de los grandes torneos distinguen a los hombres de los niños. Cuando o ganas o regresas a tu casa a lamerte las heridas, cuando la presión aprieta y ahoga más a una persona es cuando se ve su auténtica cara. Portugal demostró que sus jugadores son de los que se crecen en los momentos decisivos.
La selección portuguesa llegaba al último partido de los octavos de final del Mundial de Catar bajo preaviso. Cuando parecía que no iba a haber ninguna sorpresa en la cita mundialista, sus vecinos españoles habían protagonizado unas horas antes la nota negativa cayendo ante Marruecos. Los lusos, por muy amistosos que hayan sido históricamente con sus primos hermanos ibéricos, no estaban dispuestos a hacer bueno el dicho de “mal de muchos, consuelo de tontos” y salieron a por todas en el estadio Icónico de Lusail.
Aunque ningún experto ha puesto al combinado luso como uno de los máximos favoritos para triunfar en Catar, lo cierto es que los chicos de Fernando Santos venían cuajando una Copa del Mundo más que seria y sin contratiempos. Tanto es así, que hasta se permitieron “descansar” en su último partido de la fase de grupos, en el que le hicieron un favor a Corea del Sur, que les derrotó aunque luego vivieron su particular pesadilla ante Brasil.
Ronaldo y Cancelo, suplentes
Pero todo eso ya era agua pasada, porque los octavos de final nada tienen que ver con una fase de grupos y los campeones de la Eurocopa de 2016 lo sabían y quedó patente. Santos, para sorpresa de muchos, prefirió que ante Suiza no jugaran ni Cancelo ni, especialmente, un Cristiano Ronaldo que ha tenido un mayor protagonismo fuera del terreno de juego que dentro, para su desgracia. Sus polémicas parecieron cansar a su seleccionador, que prefirió dar un golpe de efecto con la entrada del joven atacante del Benfica Gonçalo Ramos, una decisión que habría quien la considerase una temeridad, otros una valentía, y alguno simplemente diría que ese movimiento demostraba una profundidad de banquillo portugués que permite una infinidad de combinaciones de garantías. Sea como fuere, la apuesta no pudo salir mejor, porque se pudo ver el nacimiento de una estrella.
Suiza, por su parte, se había colado en la ronda de octavos gracias a su providencial y morbosa victoria ante sus enemigos íntimos de Serbia. Los helvéticos tenían, de este modo, la oportunidad de darle una bofetada a la historia, puesto que nunca habían podido pasar de esta fase en los Mundiales desde el que organizaron allá por 1954. Pero una cosa es querer y otra bien distinta es poder, y pareció cierto aquello de que la historia es cíclica y hay montañas que parecen imposibles de escalar, porque un equipo siempre complicado de superar no tuvo ninguna opción en Lusail.
Máxima efectividad lusa de cara a puerta
Porque Portugal salió a no permitir sorpresas de ningún tipo. Hay muchas formas de jugar a fútbol, pero la más letal sin duda es la de tener la capacidad de ejecutar con un alto porcentaje de acierto las ocasiones que uno tiene. Esto es justo lo que lograron los lusos gracias, entre otros, al centrodelantero que estrenaba titularidad por primera vez en su vida y lo hizo a lo grande. El partido comenzó con ambas selecciones tanteándose y sin tomar excesivos riesgos, hasta que llegó el cuarto de hora y todo cambió. Joao Félix combinó con Ramos que, en un movimiento de matador, se giró dentro del área y se sacó un latigazo con su pierna izquierda que entró por la escuadra de un Sommer que no se pudo ni mover. La FIFA nos está deleitando durante esta Copa del Mundo con infinidad de estadísticas en tiempo real interesantes. Una de ellas fue la velocidad que llegó a alcanzar el disparo, que fue de 106 kilómetros por hora.
Para que no hubiera dudas de quién iba a pasar a cuartos, Pepe se encargó de disiparlas. En un vuelo sin motor en el que pareció quedarse flotando en el aire pese a sus casi 40 años, el central remató de cabeza en un córner para poner tierra de por medio y dejar encarrilado el encuentro. Suiza tuvo alguna intentona por parte de Shaqiri y Embolo, pero sin una sensación real de peligro para la meta defendida por Diogo Costa.
El seleccionador de los helvéticos, Murat Yakin, tuvo 15 minutos para idear un plan con el que darle la vuelta al marcador, pero no dio con la tecla sino todo lo contrario. Tras la reanudación, en 10 minutos Portugal ya iba ganando 4-0 con goles de Ramos y de Guerreiro, justo los dos que sustituyeron a Cancelo y a Cristiano para darle a su míster dolores de cabeza cuando piense en qué alineación titular sacar en la siguiente ronda.
Hat-trick histórico de Ramos
Aunque Akanji anotó el gol del honor de una decepcionante Suiza, que no sirvió de nada más que de plasmar su nombre en los libros de historia, el festival portugués continuó en las botas del propio Ramos, que con un bonito gol por encima del guardameta rival logró su hat-trick, el primero en una eliminatoria mundialista desde 1990 (el último en lograr esta gesta había sido Tomás Skuhravy, de la extinta Checoslovaquia). A pocos instantes del final, Leao puso el broche final a la exhibición lusa en Lusail. Incluso Santos pareció levantarle el castigo a su capitán haciendo caso a los incesantes gritos de "Ronaldo, Ronaldo" por parte del público para darle unos 20 minutos en los que no se pudo sumar a la fiesta goleadora con sus compañeros.
De este modo, Portugal jugará los cuartos de final ante Marruecos el próximo sábado, contra quien intentará pasar a sus primeras semifinales mundialistas desde la edición disputada en Alemania en 2006. No lo tendrá fácil ante el rocoso combinado norteafricano, que buscará hacer su particular pleno de victorias ante combinados ibéricos para seguir haciendo historia.
Jugador Flashscore del partido: Ramos.
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