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A pesar de la entrada de Alberto Costa por la sanción de Martim Fernandes, no hubo grandes sorpresas en los onces de ambos equipos, con los dos entrenadores manteniendo la apuesta por sus alineaciones base. En el Benfica, Mourinho repitió el once que perdió en Londres ante el Chelsea (1-0) a mitad de semana y abrazó a Farioli antes del pitido inicial, tal como prometieron ambos en la rueda de prensa.
Encaje táctico
Bajo la atenta mirada de exdragones como Fucile, Quaresma, Sapunaru, Diogo Dalot y Rúben Neves, apenas sonó el pitido inicial quedó claro que sería una disputa intensa y marcada por los duelos físicos, como demostró Pavlidis al dejar a Gabri Veiga en el suelo en la primera jugada del partido. En 15 minutos se señalaron cinco faltas y poco más hubo que contar.
En la primera aproximación peligrosa a cualquiera de las porterías, Veiga falló el remate de tacón y la jugada se perdió. Si, por un lado, la presión portista impedía al Benfica construir con criterio, la organización defensiva impuesta por Mou no daba ningún espacio a los dragones. Estábamos en un impasse.
Los primeros remates llegaron pasada la media hora: primero, Sudakov probó la atención de Diogo Costa con un tiro libre directo que no dio muchos problemas al internacional portugués y, en la respuesta inmediata, Pepê desperdició la mejor ocasión antes del tiempo de descanso, al rematar por encima del travesaño una pelota perdida cerca del área pequeña. Podía y debía haberlo hecho mejor.
Ya cerca del descanso, António Silva ofreció el cuerpo para bloquear un remate de Francisco Moura y fue clave la rápida reacción de Trubin para impedir que el desvío de Borja Sainz fuera a portería. Ríos estrenó el librillo del árbitro al ver la primera tarjeta amarilla antes de llegar al descanso con el empate en el marcador. Tras un inicio amarrado, el Oporto mostró más ganas de marcar, mientras que el cuadro lisboeta se mostró comedido y solo explotaba el contraataque.
Los banquillos agitaron el partido
Sin cambios al descanso, tampoco hubo grandes novedades sobre el césped, salvo la amarilla vista por Bednarek, que equilibró las cuentas. A diferencia de la primera parte, las Águilas sumaron algunos instantes con la posesión en el mediocampo ofensivo, aunque sin atacar la portería de Diogo. La respuesta fue un remate de G. Veiga que salió a las manos de Trubin.
Después llegaron las primeras jugadas de ajedrez desde los banquillos. Farioli dio entrada a dos de sus armas favoritas, William Gomes y Pablo Rosario, para sustituir al amonestado Pepê y a un exhausto Gabri. En el consiguiente tiro libre lateral para el Benfica, Barrenechea peinó y Kiwior envió el balón al travesaño en su intento de despejar el peligro. Respondió el recién ingresado William Gomes, con su movimiento característico, tirando hacia el centro y rematando en arco cerca del travesaño.
Los encarnados equilibraron el tablero en un momento en el que escaseaban las jugadas de ataque, aunque aún reclamaron una mano en el área, pero el árbitro dejó seguir. Deniz Gul sustituyó a un desaparecido Samu Omorodion, mientras el que fuera técnico del Madrid apostó por Leandro Barreiro como primera opción desde el banquillo, en lugar de Dodi Lukébakio.
A 10 minutos del final, los dragones armaron el último asalto pasando a jugar en la mitad ofensiva del campo. Las entradas de Rodrigo Mora en los azules y blancos y Tomás Araújo en los visitantes fueron un buen reflejo de lo que buscaban ambos equipos en los últimos instantes. La joven promesa entró aportando la estrelinha y la inspiración que han ayudado al Oporto a ganar en los últimos minutos y estuvo muy cerca de decidir el clásico, pero su remate se estrelló en el travesaño, a los 90+2 minutos, en la jugada decisiva del choque.
Jugador Flashscore del partido: António Silva (Benfica).