Mercedes no dio con la tecla adecuada para poner un buen coche sobre el asfalto y la progresión, a pesar de algún dato esperanzador, no fue tampoco la esperada hasta el punto de no poder superar a Ferrari en el Mundial de Constructores.
Para Hamilton ha sido un camino turbulento, empezando, precisamente, por el denominado porpoising, o rebotes en el monoplaza que le ocasionaron múltiples dolores de espalda y en las cervicales.
"Creo que empezamos con un coche que no queríamos y terminamos con un coche que no queríamos", dijo poco después de finalizar la temporada el piloto inglés.
Y eso a pesar de que hubo instantes en los que parecían ir por el camino correcto, pero fue humo como reconoció en una reciente entrevista con el equipo. "El primer gran paso fue Barcelona, fue nuestro primer indicio de que había más potencial en el coche. Resultó ser un falso positivo; el coche iba bien allí, pero después las carreras fueron difíciles", dijo.
"Era como si hubiera un fantasma en el coche, y volvía una y otra vez. Pero luego vino Francia, y fue un buen paso con nuestro primer doble podio de la temporada. Y luego estaba Austin, también, con la actualización que teníamos funcionando bien".
Mientras espera que Mercedes consiga encontrar las piezas y el diseño adecuados para competir de tú a tú con Red Bull y Ferrari, Hamilton reconoce que el año ha sido "estimulante. Hubo veces que trajimos mejoras y no funcionaron, y veces que probamos cosas diferentes y no funcionaron. He probado muchas cosas y he fracasado muchas veces, pero a través de eso aprendes y creces. De eso se ha tratado este año. Se ha tratado de fracasar, de derribar egos, de fortalecer nuestras relaciones y nuestra comunicación. Desde ese punto de vista, ha sido muy enriquecedor".
Para 2023, Hamilton deberá luchar también con su fortísimo compañero, George Russell (24), así como echar un ojo al nuevo piloto probador de la marca alemana, Mick Schumacher (23).