Aunque en situaciones diametralmente opuestas en LaLiga, el único punto logrado tanto por el Espanyol como por la Real Sociedad en sus dos últimos encuentros había dejado a los dos equipos en una posición comprometida en sus respectivas batallas: la de la salvación para los catalanes y la de acabar la temporada en puestos de Champions League para los vascos, por lo que el partido podía ser un punto de inflexión para darle la vuelta a las dinámicas negativas de ambos.
Pese a la importantísima baja de Joselu, los pericos quisieron comenzar mandando y mordiendo con su presión alta. Estuvieron cerca de sorprender a Remiro cuando Calero remató un centro de Darder, pero su gran inicio realmente solo les duró 10 minutos.
En ese momento, los hombres de Imanol Alguacil se dieron cuenta de que jugando de ese modo iba a ser imposible que sacaran un resultado positivo del RCDE Stadium, por lo que se pusieron serios para volver a ser el equipo que maravilló a propios y extraños en la primera vuelta pese a contar con casi medio equipo en la enfermería.
Recital donostiarra de inicio
Ahí comenzó a aparecer la dupla formada por Take Kubo y por el recientemente renovado Oyarzabal, que respondieron con sendos disparos lejanos que pusieron el susto en la portería de Álvaro Fernández.
No tuvieron suerte, pero a la tercera fue la vencida y el japonés, que ya había sido el mejor de la Real en la derrota en casa contra el Valladolid, aprovechó un envío de Illarramendi para, con un potente zurdazo desde el pico del área, adelantar a los donostiarras en el marcador y certificar su crecimiento como futbolista con su cuarta diana liguera, las mismas que anotó en su campaña más goleadora (la 19/20, cuando estaba en el Mallorca).
Este gol supuso un espaldarazo para los de San Sebastián, que se creyeron su superioridad y dominaron a placer a un Espanyol que bastante tuvo con aguantar el 0-1 en la primera parte, puesto que Brais Méndez y Alexander Sorloth estuvieron a punto de dejar el choque sentenciado, pero prefirieron con sus errores darle un toque de incertidumbre.
Intentó agitar la coctelera Diego Martínez a la vuelta de vestuarios cuando metió a Denis Suárez y a Rubén Sánchez por Nico Melamed y Óscar Gil, pero fue en vano porque el partido ya tenía dueño y no solo siguieron las cosas igual de mal para los catalanes, sino que todavía fueron a mucho peor ante el recital de los txuri-urdin.
Porque si en la primera parte habían perdonado, en la segunda mitad tiraron de efectividad para poner la puntilla a los locales. Un equipo que aspira a meterse en Champions debe tener más de un registro y eso mismo demostró la Real, que no solo sabe tocar el balón a la perfección sino que también puede emplear la velocidad y la verticalidad cuando hace falta.
Fruto de esto último llegó el segundo de la noche. Oyarzabal corrió por la banda izquierda y le puso un balón raso medido a Sorloth para empujar que más bien fue un regalo para que el noruego, que no había estado fino hasta entonces, se liberase con su noveno gol en liga y de paso les diera la tranquilidad a los suyos en el marcador (porque por juego no estaba habiendo color).
La diferencia entre los dos conjuntos estaba siendo aplastante, con jugadas repletas de pases al primer toque, paredes y fantasía, por lo que lo normal era que la renta siguiera creciendo, como así fue. Kubo, desde el costado derecho, tuvo todo el tiempo del mundo para poner un centro al área que iba dirigido a Oyarzabal, pero lo que realmente encontró fue la cabeza de un Cabrera que intentó cortar el balón con la mala fortuna de meterse en propia puerta el tercero.
La Real se relajó y pudo pagarlo caro
Solo cuando los pupilos de Alguacil levantaron el pie del acelerador pudieron sus rivales hacer algo, y no desaprovecharon el regalo. De este modo, Sergi Darder recortó distancias en el minuto 74 aprovechando el rechace que Remiro, que le había hecho un paradón a Puado.
Incluso con el 1-3, no daba la impresión de que hubiera partido, pero el fútbol no entiende de impresiones sino de goles. De repente, un RCDE Stadium que había estado mudo y frío hasta entonces, explotó cuando una bonita combinación entre Brian Oliván y Lazo dejó al primer solo ante Remiro y no perdonó.
Quedaban pocos minutos y los pericos se lo creyeron por fin, espoleados por su gente. Ya no era el equipo con los brazos bajados sino todo lo contrario, aunque este exceso de ímpetu no se tradujo en el gol del empate sino en la expulsión por doble amarilla de Cabrera, que culminó de este modo una noche para olvidar.
De este modo, los vascos se quedan terceros en la clasificación a tres puntos del Real Madrid, aunque con un partido más. Por su parte, el Espanyol sigue en el alambre y tan solo está un punto por encima de los puestos de descenso.
Jugador Flashscore del partido: Kubo.
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