El León del Grupo Pachuca perdió su lugar hace unos días en el próximo Mundial de Clubes, luego de que la FIFA se acordara de pronto de su propio reglamento –usualmente violentado, según la conveniencia del caso— en el que se estipula que dos equipos no pueden pertenecer al mismo dueño.
La noticia provocó un sismo informativo en México y, mientras León ha anunciado con aires de lucha épica romana que luchará contra la decisión hasta las últimas consecuencias en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), todos en el país dieron su punto de vista sobre la multipropiedad tan arraigada en un fútbol cada vez más rico en dinero pero carente, en general, de la cultura futbolística y pasional de otros lares.
Un problema añejo
Todo comenzó con una simple justificación: había que conformar una liga sólida y con equipos serios que pudieran tener el sustento económico para formar buenos planteles. Siempre con el entretenimiento y la generación de riqueza, más allá de cualquier índole competitivo.
Pero, aunque el término se apoderó del léxico mexicano por completo en los 90 gracias a Televisa, la multipropiedad en el deporte más popular del país empezó unos 20 años antes, al mismo tiempo que Argentina se coronaba por primera vez campeón del mundo en casa.
Atlante y Oaxtepec, pertenecientes al IMSS
En un caso raro que ha quedado en los libros del bizarro fútbol mexicano, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el aparato gubernamental encargado de generar y resguardar la salud pública de los mexicanos puede presumir ser dueño del añejo e icónico Atlante.
Los Potros de Hierro, un histórico del fútbol nacional, se ha acostumbrado a ser manoseado, transformado y mutilado en múltiples transacciones empresariales que, sin escrúpulos, lo han visto como una caja chica de ingresos para sus arcas. En 1978, y hasta 1984, los caminos del Atlante y los vínculos emocionales con su noble afición dependieron del IMSS.
En 1979, un año después de haber comprado al Atlante, el IMSS compró al Oaxtepec, equipo que ascendió a Primera División dos años después. Nadie se imaginaba que ese equipo se transformaría, luego de un par de ventas, en Santos Laguna, un club que en la actualidad pertenece a otro grupo.
América, Necaxa y San Luis, hermanos paridos por Televisa
El primer caso moderno de multipropiedad que se enraizó en el argot del fútbol mexicano fue el creado por Televisa. La televisora más importante de Latinoamérica, con sus eternas telenovelas que han cautivado a millones de personas de todo el mundo, entendió pronto el poder de convocatoria que tenía la pelota.
Emilio Azcárraga Milmo ingresó a mediados de los 50 a laborar a la empresa que su padre, Mariano Azcárraga López de Rivera, había fundado años antes. En 1956, el éxito televisivo que concretó la transmisión del II Campeonato Panamericano de Fútbol fue determinante para que ‘El Tigre’ entendiera que debía adentrarse por completo al mundo de la pelota.
En 1959, el empresario compraría al Club América y, unos años después, comenzó la construcción del mítico Estadio Azteca con la intención de que México lograra ser la sede de la Copa Mundial de 1970. La consolidación de la empresa fue tal que, a principios de los 80, cuando se llegó a la necesidad de consolidar el fútbol nacional, Televisa compró a Necaxa.
La hermandad entre Águilas y Rayos no hizo más que afianzarse y normalizarse, en parte gracias al empuje mediático de la televisora, que apagó cualquier fuego u opinión sobre el peligro que implicaba la multipropiedad. El vínculo entre ambos equipos duraría 30 años e incluso, durante un corto periodo del tiempo, la ‘familia’ se agrandó con la compra del San Luis en 2001.
Grupo Salinas, el oprimido que se volvió opresor
Aunque Televisa logró minimizar lo que implicaba tener más de un equipo bajo su dominio, siempre hubo voces críticas hacia esta realidad. Varias de las más feroces y punzantes salían de TV Azteca, la principal competencia del imperio de Azcárraga y propiedad del empresario Ricardo Salinas Pliego.
Desde su trinchera, mucho más modesta que la poderosa Televisa, la empresa de Salinas Pliego compró al Morelia e inauguró el Clásico de las Televisoras cuando el equipo purépecha se enfrentaba al América de Azcárraga. Mientras intentaba hacerle frente en la cancha, en los programas de deportes se criticaba a la multipropiedad del rival.
Pero, lejos de afianzar la cruzada contra la ilegalidad, pronto TV Azteca metió sus manos en distintos clubes del fútbol mexicano y años después adquirió al Puebla, otro histórico del fútbol nacional que pasaba por momentos de flaqueza económica. En un santiamén, como si nada hubiera pasado, todo el sentido crítico se esfumó por completo. Salinas Pliego mudaría al Morelia a Mazatlán en 2020.
Grupo Orlegi, el dueño de los alicaídos Atlas y Santos
Alejandro Irarragori presume de ser un empresario versátil que ha sabido adaptarse a los cambios que le han dejado su trayectoria en varias empresas de renombre en el país. Pero, aunque ya era un hombre curtido en los negocios, haber sido vicepresidente deportivo de Grupo Modelo, compañía que era dueña del Santos de Torreón, lo convenció de que su futuro estaba dentro del mundo de la pelota.

Por eso, cuando el aglomerado cervecero fue adquirido por una empresa brasileña que mostró poco interés en sus activos de equipos profesionales en fútbol y béisbol. Al ver este contexto Irarragori creó Grupo Orlegui para comprar al Santos Laguna en 2012, equipo que logró afianzar en poco tiempo.
Pero, en 2019, cuando los directivos habían anunciado su plan para eliminar la multipropiedad del fútbol mexicano para despejar cualquier duda sobre su honorabilidad, el Grupo Orlegui burló el reglamento de la Liga –avalado por los dueños de los equipos— para comprar al Atlas, un equipo que enfrentaba la desafiliación por sus severos problemas económicos.
Desde entonces, gracias a los logros deportivos con los rojinegros, Irarragori ha presumido, justificado y normalizado la interacción entre los dos equipos en la compra y préstamo de jugadores, gracias a un sistema que prioriza lo económico por encima de todas las cosas.
Grupo Caliente, el descaro total
La familia Hank es el reflejo de lo que es el nepotismo, corrupción y varios males que han afectado al país durante décadas. A pesar de sus nexos con el narcotráfico y diversas excentricidades, han logrado posicionarse dentro de la política y el mundo empresarial mexicano.
Entre toda la familia, Jorge Hank Rhon ha logrado una fama multitudinaria en el país gracias que presume ser dueño de los llamativos Xolos de Tijuana y del Querétaro, otor club manoseado que ha perdido identidad entre las muchas compraventas a las que ha sido sometido. Años después también presumirían la compra de Dorados de Sinaloa, un equipo de Segunda que fue dirigido por Maradona entre 2018 y 2019.
Pero, aunque la multipropiedad que profesa ya es suficiente motivo de escrutinio, el descaro total se presenta por otra de las aristas del aglomerado: Grupo Caliente es dueño de casinos y se ha posicionado como un patrocinador preponderante en la liga y en varios equipos.
Grupo Pachuca, el juguete de Jesús Martínez
Pocos empresarios han mostrado tanta habilidad para los negocios en el fútbol como Jesús Martínez. El empresario mexicano supo ver oro donde todos veían desgracia cuando le ofreció al Gobierno de Hidalgo comprar al Pachuca y hacerlo socio minoritario en 1995, por 100 mil dólares.
Tras sacarlo de la segunda división, Martínez consolido a los Tuzos como un equipo preponderante en la liga y se olvidó para siempre de los constantes descensos que marcaban su historia. La fórmula con el Pachuca funcionó tanto para Martínez, que se posicionó como un empresario de élite en el país, que en 2010 compró al mítico León.
Desde entonces, gracias a los éxitos deportivos y su consolidación económica de los dos equipos, Martínez forjó el Grupo Pachuca. Lejos de preocuparse por las críticas a la multipropiedad, el empresario ha normalizado, tal vez más que nadie, que alguien sea dueño de más de un equipo. Para colmo, orgulloso de su nepotismo, colocó a su hijo de mismo nombre al frente del León.
La Fiera, que supo contratar a James Rodríguez en el último mercado, ha asegurado ser un equipo independiente que funciona como una entidad libre. Un factor que ha provocado la risa en más de una persona, mientras se espera con ansias la resolución del TAS; una decisión que podría, de una vez por todas, plantear las bases para erradicar uno de los mayores males que aquejan al fútbol mexicano.