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La dolorosa anticompetitividad de México ante la élite

La dolorosa anticompetitividad de México
La dolorosa anticompetitividad de MéxicoOMAR VEGA / GETTY IMAGES NORTH AMERICA / Getty Images via AFP

En cuatro horas, México fue superado y derrotado por dos selecciones de alto nivel que están muy lejos de la zona de confort en la que se ha instalado el fútbol nacional. Los contundentes descalabros en el Mundial Sub-20 y en el amistoso frente a Colombia muestran, una vez más, la triste realidad de una selección sumida en la indiferencia.

El 13 de junio de 2018, la FIFA anunció que la vigésima tercera edición de la Copa del Mundo, el torneo más prestigioso en la historia del fútbol, se iba a disputar, por primera vez, en tres países: Estados Unidos, Canadá y México, los cuales obtuvieron así su pase automático a la competencia. 

Aquel día, el mundo no hablaba de otra cosa sino de la decisión de la FIFA de otorgar a tres sedes la organización del Mundial. Pero mientras eso ocurría, en medio de reclamos generalizados que criticaban la avaricia de la organización por encima de la pureza del juego, México afianzó su visión del fútbol como entretenimiento y dejó pasar una oportunidad de generar un proyecto histórico. 

Muy lejos de la élite

Desde hace más de 7 años, lejos de priorizar por encima de todo a la pelota, los dirigentes mexicanos observaron, con el buen ojo empresarial y frío que los caracteriza, la ventana que se les abría de par en para para recaudar dinero a manos llenas, desde distintas vertientes. 

Esa visión terminó por confirmar y consolidar el vínculo con la MLS para seguir jugando amistosos en suelo estadounidenses y, de paso, armar un torneo entre las dos ligas que no ha hecho más que enfurecer a una afición dolida que se sumerge más en la nostalgia de aquellas selecciones mexicanas de hace más de 20 años que intentaban competir con la aspiración intacta de lograr resultados deportivos. 

Hoy, exactamente a 8 meses del partido inaugural de la Copa del Mundo en el Estadio Azteca y después de dolorosas derrotas (en el Mundial sub-20 frente a Argentina y ante Colombia en un amistoso en Estados Unidos), las consecuencias de esa visión meramente empresarial han terminado por desnudar las carencias de los futbolistas mexicanos cuando se enfrente ante la élite. 

El gran reto de Javier Aguirre

Sin tiempo para asimilar la derrota táctica y contundente de ‘El Tri’ en el Mundial Sub-20 ante una oficiosa y curtida Argentina llena de conceptos futbolísticos de gran altura, la afición mexicana observó como el representativo nacional mayor era superado por una Colombia atiborrada de talento forjado en Europa. 

El 0-4 colombiano sirvió para deprimir más el ya decaído ánimo nacional que ya no se conforma con las paupérrimas Copas Oro que México suele ganar. Con la memoria en los representativos de los 90 y principios de los 2000, e incluso todavía en el de 2014, la gente sueña con volver a tener oportunidad cuando se enfrenta a un rival de altura. La victoria explosiva ante Alemania en Rusia 2018 ha quedado como un espejismo en medio de tanta desgracia. 

“No quiero señalar culpables, el principal responsable soy yo. A lo largo de los 90 minutos hubo lapsos de jugadores que no estuvieron a la altura en el nivel competitivo”, dijo un contundente y frustrado Javier Aguirre al final del compromiso ante Colombia. El ‘Vasco’, que ha sabido rescatar a clubes del descenso en España, sabe que la falta de oficio en varios jugadores aletargados en la comodidad de la Liga MX es un lastre casi imposible de erradicar. 

Pero en medio de este contexto adverso lleno de infortunios, la esperanza -tal vez la única- de hacer un papel histórico en casa, ahora está en manos de Aguirre, quien puede aferrarse a la derrota ante Colombia para plantear un cuadro rocoso, muy a su estilo, y priorizar el orden defensivo ante todo, dejando de la lado la ilusión de algunos por crear un estilo de juego proactivo sin la materia prima necesaria para hacerlo. 

La declaración del ‘Vasco’ deja entrever que habrá futbolistas que el sábado perdieron su oportunidad de jugar el próximo Mundial y que, le pese a quien le pese, va siendo hora de planear desde las carencias autogeneradas por avariciosos dirigentes y futbolistas sin ganas de competir donde verdaderamente importa para intentar, de alguna manera y poco vistosa, hacer un papel digno en una Copa del Mundo en casa.