Para ponernos en antecedentes, recordemos que el joven centrocampista andaluz registró durante la pasada campaña unos discretos dos goles y cinco asistencias en 48 apariciones. De los tres jugadores que vamos a analizar, es el que menos aportó en términos cuantitativos a su equipo.

En su caso, Jamal Musiala, tercero en las votaciones, llamó la atención del mundo con una campaña brillante en el Bayern de Múnich. El atacante germano disputó 44 partidos en los que registró ocho dianas y sirvió otras seis a sus compañeros. Cifras que le brindaron la oportunidad de pelear por ganar el Trofeo Kopa, pero que solo le han valido para cerrar el podio tras el futbolista del Barça y el campeón de Europa Eduardo Camavinga (19).

Jude Bellingham fue el máximo perjudicado de la velada. El jugador inglés, protagonista en 21 goles del Borussia Dortmund -7 tantos y 14 asistencias- en los 44 choques que disputó, cayó hasta un cuarto puesto que no contentó a nadie. La sociedad que estableció con Haaland en la 2021/22 no fue suficiente, ni siquiera, para estar entre los tres primeros.

Todos los que analizaron objetivamente la situación, llegaron a la conclusión de que un impostor se coló en el Top-4. Casualmente, fue el ganador de la noche. Algo que se repite de manera sistemática cuando el FC Barcelona anda por medio.

¿Qué se necesita para ser el mejor jugador joven?

Entre los méritos de Gavi para llevarse el galardón encontramos una eliminación contra el Eintracht de Frankfurt en Europa League, donde llegaron vía Champions; la derrota en la Supercopa de España, disputada en Arabia Saudí; quedar segundo a 13 puntos del Real Madrid en LaLiga; y el más que cuestionable honor de ser un actor de reparto decente en uno de los peores Barças de los últimos tiempos.

Sin duda, para los que entregan el premio todo eso es mucho más importante que ser decisivo como Camavinga en la Champions ganada por el Real Madrid, ganar la Bundesliga y la Supercopa alemana, como hizo Musiala en Múnich, o tener nivel de top mundial durante toda la temporada si nos fijamos en el caso de Jude Bellingham.