Lionel Scaloni (47) es sinónimo de selección argentina y de la tercera estrella obtenida en Catar 2022. Sin embargo, detrás del entrenador campeón del mundo hay una faceta poco conocida que acaba de salir a la luz gracias a su biografía, escrita por Diego Borinsky: su fanatismo de la infancia por Boca Juniors.
El origen de su pasión por Boca
En el libro de más de 500 páginas, Scaloni abre un capítulo íntimo donde cuenta cómo nació su vínculo con los colores azul y oro. Según relató, la pasión le llegó por herencia: "Con mi hermano nos hicimos de Boca por mi abuelo".
A pesar de que su padre era hincha de River, la familia decidió priorizar la felicidad de los chicos. "Mi viejo nos llevaba a la Bombonera siendo de River, porque si nos veía felices, él también lo estaba”, recordó el DT.
Blas Giunta, su gran referente
Como todo chico fanático, Scaloni tenía un ídolo. En su caso fue Blas Armando Giunta, símbolo de la garra y el sacrificio xeneize de los años 90. "Mi ídolo de chico era Giunta porque yo corría y metía como loco", confesó. Incluso se reconoció en una de las jugadas típicas del ex volante: "Toda la vida hice la de ir al piso a barrer, era típica mía".
La Bombonera y un recuerdo imborrable
Uno de los momentos más fuertes de su niñez lo vivió en 1992, cuando Boca, dirigido por el Maestro Tabárez, se consagró campeón del Torneo Apertura y cortó una sequía de 11 años sin títulos locales.
Scaloni estaba en la cancha el día en que Claudio Benetti convirtió el gol decisivo ante San Martín de Tucumán. "Estuve en la Bombonera el día del gol de Benetti, cuando Boca fue campeón en el 92". Una experiencia que quedó grabada para siempre en la memoria del pequeño Lionel.
Entre el sueño xeneize y su carrera profesional
Aunque su recorrido como jugador lo llevó por Newell’s, Estudiantes de La Plata y varios clubes europeos como el Deportivo La Coruña, West Ham y la Lazio, esa simpatía por Boca lo acompañó en silencio durante años. De hecho, tras el Mundial sub-20 de Malasia 1997 se viralizó un viejo video donde reconocía abiertamente su deseo.
"Soy hincha de Boca. Jugaba en Newell’s y no era hincha de Newell’s… Ojalá sea el pase a Boca", dijo entre risas cuando le preguntaron por un autógrafo.
Con el paso del tiempo, Scaloni admite que el fanatismo se fue diluyendo. "De chico era de Boca, después de Newell’s, y ahora diría que de ninguno, porque lo pierdes totalmente".
Más allá de su perfil reservado, la revelación de su infancia xeneize muestra el costado más humano del entrenador. El mismo que supo disfrutar de la Bombonera como un hincha más, que idolatraba a Giunta y que vibró con aquel campeonato del 92. Hoy, desde otro lugar, Scaloni sigue escribiendo capítulos imborrables de la historia del fútbol argentino.