Es una pena que LaLiga no pueda seguir disfrutando de un futbolista como él. Igual que hay yernos perfectos, hay futbolistas perfectos para los entrenadores. Zubimendi es de esos que parece no llamar mucho la atención, pero la llama para los entendidos. Es de esos que no levanta a los aficionados de sus asientos, pero sí despierta los aplausos de sus compañeros. De los que se notan casi más en su ausencia que en su presencia, aunque esto no sea cierto.
Porque jugadores como Zubimendi, como Rodri o como anteriormente Busquets, dan sentido a todo lo que se hace sobre el campo. Hacen mejores a sus compañeros. A los defensas porque les quita mucho trabajo previo, siempre atento a los cortes y coberturas; a los centrocampistas porque, con su posicionamiento, les permite soltarse para llegar arriba; y a los delanteros porque su lectura de juego le hace encontrarlos en las mejores posiciones posibles para liarla gorda en ataque. Un tesoro, vamos. Normal que el Arsenal pagara 70 millones de euros por él el pasado verano. Y anormal que equipos como el Real Madrid, necesitado de alguien de sus características, no hiciera el esfuerzo antes.

Ante Georgia, el de San Sebastián volvió a demostrar su enorme clase. Y además de todo, hasta marcó un gol. El tercero con la absoluta. Una definición perfecta para alguien que habitúa a marcar entre dos y cuatro tantos con su equipo en la competición doméstica. Con los Gunners, donde es la extensión en el campo de Arteta, ya lleva dos en 11 partidos. Zubi recibió de Fabián, hizo un control orientado que le hizo plantarse ante Mamardashvili y tuvo la suficiente tranquilidad y calidad para definir sutilmente y poner el balón en la red.
Además de esa aportación, tocó el balón 97 veces, dio 89 pases -el segundo que más tras los 103 de Laporte- con un 93.3 % de acierto. Y ojo, a pesar de su posición y de los contragolpes georgianos, sólo cometió una falta. Hasta su xG, la probabilidad de marcar en función de la zona de remate, fue la más alta de todos los españoles con un 0,795, por delante de su excompañero en la Real Sociedad Oyarzabal, bigoleador en Tiflis, que se quedó en 0,788.

Números que añaden valor a lo que ya dejan las sensaciones Zubimendi cada vez que aparece en un terreno de juego. Pocas veces comete errores, siempre se muestra fiable. Y De la Fuente, y España, lo disfrutan mientras aguarda el seleccionador que llegue el 'bendito' problema de la recuperación de Rodri. ¿Jugarán juntos? La respuesta, para cuando se acerque el Mundial de 2026.
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