Leo Messi (35) sentirá de cerca la idolatría de los aficionados que lo han elevado al olimpo futbolero y le sonarán lejanos los silbidos del público tras la derrota por 2-0 de su equipo, el París Saint-Germain, ante el Rennes en la Ligue 1.
La euforia popular en torno al máximo goleador histórico de la Albiceleste, con 98 goles, dejará en sombras aquella madrugada del 3 de marzo, cuando desconocidos en moto balearon las persianas del negocio de su suegro, José Roccuzzo, y dejaron una amenaza en Rosario, ciudad natal del ídolo, a 300 km al norte de Buenos Aires.
"Messi, te estamos esperando. Javkin (Pablo, alcalde rosarino) es narco, no te va a cuidar", se leyó en un papel escrito con toscas letras en el autoservicio del padre de Antonela, esposa y madre de sus tres hijos.
El hecho causó impacto internacional. Pero la impresión general es que se usó el nombre del astro para un conflicto interno de perfiles sociales y políticos en una ciudad azotada por la violencia narcocriminal.
"Hablé con el nene (Leo Messi), y me dijo 'quedate tranquilo'", dijo a la prensa Jorge Messi, su padre. Agregó que el hecho, aún no esclarecido, "no va a cambiar el vínculo de su hijo con Rosario y que seguirá "viajando para las fiestas" navideñas "sin custodia".
José Roccuzzo lo reafirmó ante sus empleados: "Esto no es para nosotros", según la versión familiar difundida a la prensa local.
El alcalde Javkin, envuelto en una puja del frente opositor al gobierno, afirmó: "¿Cuál es la manera más fácil de instalar los problemas de Rosario? Hablar de Messi".
"Se ve claramente que se quiere generar conmoción", dijo Jorge Baclini, jefe de fiscales de la provincia de Santa Fe, en cuya jurisdicción está Rosario.
Messi no dijo ni una palabra en público del hecho.
Locura Monumental
La primera función de las celebraciones será el partido de la Albiceleste con la selección de Panamá, el jueves, en el estadio Monumental de Buenos Aires, colmado con 83.000 espectadores, mientras millones lo verán en las pantallas después de una decisión del gobierno de transmitirlo por televisión abierta.
Será la primera vez que juega la Argentina de Messi después de ganar la Copa del Mundo en la final con Francia (4-2 a penales tras empatar 3-3) en el estadio Lusail de Doha.
"Este año fue una locura para mí, pude conseguir mi sueño después de tanto pelear, de tanto buscarlo, de tanto insistir", dijo Messi al recibir el premio The Best de la FIFA al mejor futbolista del año.
El segundo contacto con el fervor popular será en un amistoso con Curazao, el martes 28, en el estadio Madre de Ciudades de Santiago del Estero (noroeste), con su aforo ampliado a 42.000 localidades.
Al regreso de Catar, el reencuentro de Messi y el plantel con los hinchas no pudo completarse por una multitud pocas veces vista de cinco millones de personas que impedía de hecho el andar del autobús desde el predio de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en Ezeiza (periferia de Buenos Aires) hasta la céntrica Plaza de Mayo.
Messi pudo ver la impresionante masa humana desde un helicóptero.
"Me di cuenta de que iba a ser una locura y lo fue. Ves la felicidad de la gente, grandes y chicos, era inexplicable. Lo mejor de todo fue cómo se comportaron, porque había cinco millones de personas y no pasó nada", declaró Messi un mes después del Mundial a una radio argentina.