En la ciudad montañosa de Taef, las jugadoras sauditas se preparaban recientemente para enfrentarse a Pakistán en un partido amistoso, el último de una serie de encuentros con el objetivo de desarrollar la corta experiencia de las 'Verdes' en los terrenos de juego.
Formada oficialmente hace sólo dos años, la selección nacional hizo su entrada en la clasificación FIFA el pasado mes de marzo, en el puesto 171, después de un año 2022 marcado por su primer partido internacional contra Seychelles -ganado 2 a 0- y por la creación del primer campeonato femenino en el país.
Arabia Saudita presentó incluso su candidatura para albergar la Copa de Asia femenina de fútbol en 2026, mientras que las mujeres ni siquiera tenían derecho a asistir a los partidos hasta enero de 2018, y aún menos para jugar a nivel profesional.
A sus 22 años, la centrocampista Layan Jouhari afirma que progresan "paso a paso", a la vez que sueñan con participar un día en el Mundial.
"Yo seguí la anterior Copa del Mundo por simple curiosidad e interés, pero este año fue diferente", confiesa a la AFP. "La miré desde otro punto de vista, diciéndome que ahora son mis adversarias", agrega.
Reformas y críticas
Las futbolistas sauditas encarnan los cambios actuales en el reino conservador, que busca abrirse al mundo al mismo tiempo que pretende reducir su dependencia del petróleo, del que es el primer exportador del mundo.
Las mujeres han conquistado en el país del Golfo nuevos derechos, como el de poder conducir y obtener un pasaporte sin la autorización de su tutor masculino.
Pero los defensores de los derechos humanos siguen denunciando las discriminaciones de las que ellas son víctimas y la represión llevada a cabo contra las voces críticas.
Un documental difundido el mes pasado en la plataforma de streaming de la FIFA siguió los pasos de las jugadoras sauditas, en el marco de la nueva estrategia de inversiones masivas del reino en el plano deportivo.
La promoción del fútbol saudita está, sin embargo, lejos de provocar la unanimidad. Las conversaciones este año sobre un eventual patrocinio de la Copa del Mundo por la Oficina de turismo saudita suscitaron las críticas de los coorganizadores neozelandeses y australianos, así como de la estrella estadounidense Alex Morgan, antes de que la FIFA anunciase en marzo que no se había cerrado ningún acuerdo.
Para Monika Staab, la primera entrenadora de la selección saudita y hoy directora técnica, las críticas no siempre son fundadas.
"Recomiendo siempre a los que no saben lo que pasa aquí que vengan a Arabia Saudita para verlo por sí mismos", afirmó la antigua jugadora alemana.
Prioridad a una pasión
Muchas jugadoras no esperaron a las autoridades para descubrir su pasión.
"El fútbol siempre estuvo presente en mi familia desde que tengo uso de razón. Mis hermanas mayores jugaban a fútbol e hicieron que me enamorase del juego", cuenta Bayan Sadagah, la capitana del equipo, de 28 años.
La importancia acordada al deporte femenino en el marco del programa de reformas del joven príncipe heredero del reino, Mohammad bin Salmán, le llevó a abandonar su trabajo de enfermera para centrarse "en un camino".
Para la joven selección, la llegada de estrellas internacionales masculinas supone también una fuente de inspiración.
Layan Jouhari recuerda su obsesión, más joven, por los videos del francés N'Golo Kanté, quien ahora juega en su mismo club, el Al-Ittihad.
La joven afirma sus ganas de verlo, aunque teme "quedarse sin palabras" ante él.
Monika Staab, por su parte, sólo piensa en las jóvenes.
"Me centro únicamente en el fútbol femenino porque quiero que crezca, quiero que se desarrolle, es mi misión".