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Monterrey vs River Plate: Un partido trascendental en la historia de Rayados

Monterrey vs River Plate: Un partido trascendental en la historia de Rayados
Monterrey vs River Plate: Un partido trascendental en la historia de RayadosJOSE BRETON / NurPhoto / NurPhoto via AFP

En medio de la ebullición inconmensurable que ha provocado el Mundial de Clubes, el Club de Fútbol Monterrey enfrenta una nueva cita histórica al medirse contra el poderoso River Plate de Argentina con la ambición intacta de sumar tres puntos que lo dejaría al borde una clasificación anhelada a Octavos de final.

Cuando terminó el partido frente al Inter de Milan y mientras la gente de Rayados no dejaba de abrazarse con propios y extraños en la grada del icónico Rose Bowl por el empate a un gol en el debut del Mundial de Clubes, Sergio Ramos, al borde de la cancha y con las revoluciones a mil, mostró su estirpe ganadora y competitiva ante los micrófonos: “Sin tres puntos, uno no se va feliz”. 

Mientras el país entero valoraba el empate histórico de Monterrey ante el subcampeón de Europa, uno de los mejores defensas en la historia del fútbol que aceptó jugar en México con el pretexto del Mundial de Clubes, provocó un cambio de paradigma competitivo con tan sólo una frase de ocho palabras desde su forma de entender la vida y el juego más popular del mundo. 

Cobijados por el liderazgo de Ramos, el mejor jugador del partido frente al Inter gracias a su gol de cabeza, el cuadro de Domènec Torrent afronta ahora un partido preponderante para sus aspiraciones en la competencia pero que tiene tintes simbólicos que pudieran direccional su historia en un contexto de ebullición emocional en el que los equipos a priori inferiores están defendiendo su orgullo frente a cuadros a la postre favoritos. 

Más allá del fútbol 

Está claro que la cultura futbolística en México escasea desde el modo de equipara al juego como la vida. Con la visión priorízala en entretener y en generar dividendos antes que cualquier otra cosa, el aficionado promedio mexicano mezcla su pasión con pasarla bien cuando se trata de ver fútbol y sin muchas ganas de que lo aburran con analizar lo que pasó en cancha. 

Sin embargo, si hay alguien que puede desmarcarse de esa visión del aficionado mexicano, es el futbolero de Nuevo León que decanta su pasión entre dos maneras de ser: Tigres y Rayados. Consolidada esa elección, el ‘regio’ no tiene empacho en definir su vida alrededor de su equipo y no tiene problema alguno en sentir y vivir fútbol las 24 horas del dìa. 

Este enfoque pasional chocará este sábado frente a River Plate, un equipo histórico mundial de donde han surgido jugadores emblemáticos que han nutrido a los grandes clubes de Europa desde Pablo Aimar, Javier Saviola, Hernán Crespo, Enzo Francescoli y Marcelo Gallardo, entre otros. El ‘Muñeco’, un fino 10 que nunca se consolidó como un ídolo dentro del campo, sí pudo hacerlo como entrenador. 

Riverplatense hasta la médula, Gallardo entiende más que nadie la importancia de ganar pero siempre ha dejado claro que la estirpe de su camiseta exige hacerlo desde la preponderancia del buen juego. Algo que pudo hacer, aunque de manera irregular en el primer partido del club millonario en la justa contra el Urawa Reds Diamonds de Japón. 

Lejos de las traumas de la Selección Mexicana con Argentina, Rayados está apuntalado con una fuerte base de extranjeros con jerarquía con los que pretende hacerle frente al mayúsculo reto sobresaliente que representa el cuadro de Gallardo. Junto a Ramos, por ejemplo, están Oliver Torres, Sergio Canales y Lucas Ocampo. El argentino, fiel a la cultura futbolística bien consolidada de su país, es un fiel confeso hincha de River y, en la previa frente al partido, tampoco disimuló su amor por el Millonario. “Tendré el corazón dividido”, dijo el extremo reconvertido en media punta en el esquema de Torrent, al menos contra el Inter. 

Un contexto que plantea un partido que va más allá del fútbol. Es la cultura regiomontana de entender el juego que mueve al planeta contra una afianzada y admirada por el mundo. Una cita histórica para avanzar de grupos en un torneo preponderante que ha llegado para quedarse y para comenzar, si es posible, con la fundación de una forma de entender al fútbol en México como lo que es: la vida misma.