Decir Oporto es transportar a Leo Messi a 2003. A un chaval imberbe, con granos en la cara y una camiseta gris que le hacía bolsas con el 14 a la espalda. Fue su debut con el Barcelona, en Do Dragao. En un choque amistoso, pero que en ese momento le hacía vivir un sueño. Lo que pocos seguramente controlan es que ante los lusos maneja otro recuerdo diferencial: la única vez que fue capaz de marcar y asistir en una final europea.
14 goles y seis asistencias en finales
Son 14 goles y 6 asistencias las del argentino en esas 22 citas. Pero nunca aunó ambas virtudes a la vez salvo en la final de la Supercopa de Europa 11-12, cuando el 2-0 con el que ganó el Barcelona llevó su doble firma.
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