Cuando Cruz Azul presentó a Martín Anselmi como su nuevo entrenador en diciembre de 2023, el argentino se mostró ilusionado con el reto de construir un equipo que represente a la afición de La Máquina.
"Tenemos muy claro lo que queremos. Creemos mucho en el trabajo y sabemos que es un reto que nos ilusiona", dijo.
Periodista de formación y con facilidad de palabra, Anselmi emocionó a la afición del Cruz Azul al utilizar términos relacionados con la construcción para referirse a la empresa cementera propietaria del equipo, la segunda más grande de México. Una vez ganada la narrativa, el argentino se concentró en la cancha, donde terminaría cautivando a todo el fútbol mexicano. Por eso, su marcha al al Oporto deja un vacío para quienes valoran la forma en un mundo donde los resultados acaparan los titulares.

La idea de Anselmi
Es fácil encajar a Anselmi en un sistema: el 3-4-3. Lo ha utilizado en varias ocasiones. Lo ha empleado en varias ocasiones y ha dicho públicamente que la amplitud de la formación y la movilidad que proporciona en el centro del campo se ajustan a lo que el entrenador entiende por buen fútbol.

Y aunque ha habido ocasiones en las que ha dispuesto una línea de cuatro, al final la incursión del cinco posicional entre los dos centrales abiertos y los laterales altos en el centro del campo acaba creando el 3-4-3 que le ha dado a conocer en el fútbol latinoamericano.
Pero para ello, el argentino necesita perfiles específicos que se adapten a las transiciones, coberturas y movimientos que exige la dinámica de su juego. Por eso, tras su nombramiento, Cruz Azul gastó casi 70 millones de dólares en fichajes solicitados por el técnico.
Varios de ellos apuntalaron una forma y un estilo que dejó entrever el fútbol mexicano. En una liga en la que predomina la individualidad en casi todos los clubes, el Cruz Azul de Anselmi ha pasado de ser un equipo apático a ser un equipo completo.
La idea es sencilla: mirar siempre hacia adelante, ser flexible ante lo que presente el rival y, sobre todo, tener el balón. Por eso, el modelo de Anselmi comenzó con el portero Kevin Mier. El colombiano no sólo defiende bien, sino que tiene un juego de pies envidiable que le hace participar activamente en el juego, a veces tan lejos de su área como si fuera un picaporte.
Luego, siguiendo el mismo patrón de juego, el sistema requiere de un central moderno y con buen pie. Gonzalo Piovi llegó al Cruz Azul procedente del Racing y, tras un año en el país, muchos se preguntan qué ha hecho mal para que, a sus 30 años, nunca haya jugado en Europa. Su zurda ha sido fundamental para saber cuándo jugar en corto y cuándo saltar líneas con exquisita precisión.
Con ellos dos, la defensa se completa con un medio centro posicional que trabaja como líbero y otro central rápido y abierto que puede cruzar líneas en ataque y jugar uno contra uno en defensa. Erik Lira -del que se dice que está en el punto de mira del Oporto- y el central colombiano Willer Ditta han desempeñado bien estas funciones.
Ya con el cinco atrasado, el mediocampo de Cruz Azul era el eje central del laboratorio armado por Anselmi. Con los dos carrileros bien abiertos, pegados a la raya, los dos mediocampistas internos se encargaban de tomar la pelota con la confianza plena de tener al menos cuatro opciones de pases.
Como lo hizo Guardiola hace unas temporadas, los extremos de Anselmi ocupan carriles centrales para respetar la longitud de los laterales muy altos. Así, gente habilidosa y explosiva como Uriel Antuna, en su momento, preocupaba lo mismo al lateral rival y a uno de los centrales.
El 9 de Anselmi, en ese tres en el eje central, gozaba de espacios disponibles en medio de una confusión de centrales y con el cinco rival partido en dos y, casi siempre con la espalda ganada. Por eso, para aprovechar esos huecos generados por la dinámica y verticalidad de un equipo bien profundo, el centro delantero del argentino debe sentirse cómodo fuera del área y ser un rematador nato dentro de ella.
Lejos de enfocarse en sólo una parte del juego, y mucho menos idealista que otros próceres argentinos como Bielsa, Anselmi no está cerrado a planteamientos nuevo si el rival amerita tener precauciones extras. Lo que
no es negociable, hablando de la fase defensiva del equipo, es la intensidad. La presión no sólo es alta sino constante. La pelota como un modo de vida. Con ella todo, sin ella nada. Las recuperaciones suelen ser rápidas.

Un estilo para recordar, pero sin trofeos
En el año que Anselmi pasó en México, Cruz Azul llegó a una final y estuvo cerca de otra. En ambas ocasiones fue derrotado por el América de André Jardine, otro entrenador de la época partidario de un fútbol más pragmático, alejado del idealismo de Anselmi. Gano, luego existo
En el pasado quedarán dos temporadas regulares en las que Anselmi armó el mejor equipo del torneo, pero no logró superar la liguilla, la última etapa competitiva del fútbol mexicano, donde se juega al todo o nada.
En Portugal, con un sistema tradicional de ligas largas, parece poco probable que Anselmi pueda ganar alguno de los trofeos que no logró en Cruz Azul. El Oporto, un equipo vertical, ligero y dinámico, al menos en las últimas temooradas, parece ser un club que se adapta al argentino, que sólo tiene una forma apasionada de entender la vida y el fútbol. Bienvenidos al 3-4-3 dinámico, flexible e intenso que veremos en el Estadio do Dragão.