No existe forma alguna de predecir lo que pueda pasar en un partido de la Liga MX, competición que muchas veces, casi siempre, suele ser fiel reflejo de lo que ocurre en el país. En una visita a México, de la que existen pocos registros, Salvador Dalí dejó una frase icónica y que ha servido para retratar a la cultura mexicana de pies a cabeza.
“De ninguna manera volveré a México. No soporto estar en un país más surrealista que mis pinturas”, dijo antes de volver a España al ser cuestionado sobre sus días en suelo mexicano, alimentando la idea de que la ‘mexicanidad’ puede sorprender a cualquiera.
En ese tono, siempre de sorpresa, el fútbol mexicano ha escrito sus propias historias que bien pudieran haber sorprendido a Dalí. Desde el episodio de los ‘cachirules’ cuando se inscribieron jugadores mayores en un torneo juvenil con el que la FIFA castigó a México con dejarlo fuera del Mundial de Italia 90, hasta un rector de una universidad dueño de un equipo de Primera División que se debuto para cumplir un sueño.
El último de esos episodios ocurrió el pasado fin de semana, durante uno de los partidos del Play-in cuando FC Juárez recibió a Pumas y el encuentro tuvo que empezar una hora después de la hora programada debido a una tormenta de arena en la ciudad fronteriza con Estados Unidos. El bizarro momento fue captado en cadena nacional, mientras la afición comenzaba a realizar memes en redes sociales y a especular sobre lo que podía ocurrir.
Para colmo, mientras todo esto ocurría, los directivos de la liga empezaron a sudar frío cuando pumas informó que estaba plantándose seriamente no salir a la cancha. Los universitarios, con su entrenador Efraín Juárez al frente, se mostraron preocupados por los posibles efectos contra la salud de sus dirigidos.
Para no quedar fuera de tono con lo ocurrido, al final del partido fue igual de caótico con una definición por penales paupérrima que culminó con un marcador de1-2 en favor de Pumas, que lograba así acceder a una fase final que durante parte de la temporada regular parecía un destino idílico al que no iba poder acceder.
Rayados: una realidad muy lejos de la expectativa
La ciudad de Monterrey, capital del norteño estado de Nuevo León, es orgullosa de sí misma. En su gente hay pocos rasgos de modestia, gracias al poder económico e industrial de su día a día. A la hora de hablar del fútbol, dicha urbe —una de las tres principales del país— exagera este sentimiento con sus dos equipos: Tigres y Rayados.
Esa disputa emocional, afianzada desde el poderío económico, derivó en una rivalidad sobre quien era mejor para armar el plantel más poderoso posible. Para mala fortuna de la gente de Rayados, su acérrimo rival ha logrado afianzar un proceso identitario gracias a buenos fichajes traídos desde el extranjero, encabezados por el francés André Pierre Gignac, quien juega y vive en Monterrey con el amor propio de alguien que hubiera nacido cerca de Apodaca.
Por eso, con Sergio Ramos en el equipo —en el enésimo intento de tratar de emular el efecto pasional logrado por Gignac— fue un duro golpe para la gente del Monterrey perder en la ronda de Play-in contra el Pachuca; un equipo que logró coronarse alguna vez en su refutado estadio y que se ha convertido en un rival difícil de vencer.
Para colmo, la capacidad del argentino Martín Demichelis ha quedado severamente cuestionada ya desde la eliminación en la CONCACAF Champions Cup a manos del Vancouver Whitecaps de la MLS. El entrenador que tenía todas las fichas para dirigir a Rayados en el próximo y cercano Mundial de Clubes se ha venido desmoronando entre el enojo de la gente.
Un escenario contrario a lo que vive Pumas, donde Efraín Juárez es visto como el hijo pródigo que regresó a casa forjado como un señor entrenador y con la capacidad de sacarle lo mejor a sus jugadores. Algo que se le ha venido reclamando a Demichelis, quien se fue por la puerta trasera de su natal y querido River Plate tras hablar mal de jugadores emblemáticos del equipo con los periodistas.
Con una necesidad deportiva natural por seguir avanzando en el torneo, pero con contextos totalmente opuestos, Pumas y Rayados vivirán una semana de planeación de cara al partido del próximo domingo en el que se jugará el futuro de dos proyectos deportivos: uno con un pie y medio afuera y otro afianzado desde la parte emocional. Una eliminatoria digna de la bizarra Liga MX.