Lejos del típico análisis que pone en la lona al octavo clasificado a la Liguilla por tener que enfrentarse al primer lugar de la tabla general, los Bravos de Ciudad Juárez se ganaron el respeto de la Liga MX al diagramar un estilo de juego atrevido y de tenencia de pelota desde la mente de su flamante entrenador, Martín Varini.
El uruguayo, que cumple su cuarto año como entrenador de Primera y su primero en México, ha causado buena impresión por su forma de entender el juego y la capacidad que ha tenido para generar un equipo competitivo con un equipo de poca envergadura como los Bravos de la fronteriza Juárez.
Por eso, el cruce frente a Toluca despertó una ilusión de ver buen juego; algo que terminó sucediendo en la ida de este miércoles en la cancha del Estadio Olímpico Benito Juárez, donde los Diablos Rojos superaron una adversidad temprana para hacer valer su peso como favorito.
Bravos, sin miedo
Como lo hizo durante todo el torneo, Varini no se dejó opacar por el contexto desfavorable de la previa y plantó a su equipo con la misma intención de siempre. Su valentía tuvo premio pronto con un gol al minuto 3 del colombiano Jesús Murillo. Un escenario que ni el más optimista aficionado de los Bravos se pudo imaginar.
No obstante, lejos de conformarse ni dejarse llevar por la tentación de soportar un marcador favorable para llegar bien parado al partido de vuelta, Varini siguió con la misma idea de juego, sin siquiera pensar por un momento en traicionar lo construido. El medio tiempo, en ventaja, fue un premio a su postura y puso la ilusión a tope en la gente del cuadro local.
Toluca, jerárquico y poderoso
Pocas cosas asustan ya a Antonio Mohamed. El Turco, curtido en fracasos y alegrías, entiende y lee el juego, con todo y sus emociones, como pocos en México. Consciente del plantel que dirige, el argentino arribó tranquilo al vestuario para darle la palabra precisa. Le bastó al cuadro escarlata solo 10 minutos para igualar el marcador con un gol de Antonio Briseño.
Con el empate confirmado, el Turco olió el temor de su presa y sin perder tiempo mandó al campo a Helinho. Con la gambeta a flor de piel, el brasileño fue una extensión de la mente de su entrenador e hizo estragos al planteamiento de Bravos que se quedó detrás y sin respuesta ante la poderosa jerarquía del superlíder.
Desgastado y sin el mismo ahínco del principio, Juárez no supo aguantar el marcador. Paulinho, el goleador de época que arribó desde Portugal al fútbol mexicano, se hizo presente justo cuando arrancaba la última parte del partido.
Una vuelta, ¿definida?
Si existe algo que agradecerle al formato actual del campeonato mexicano es la emoción de los cruces directos. Lo que falta en temporada regular, donde suele reinar la mediocridad al premiar a 12 de 18 equipos con un pase a la fase final, la Liguilla lo pone con creces y casi en cualquier partido, sin importar las circunstancias.
Esta esencia establecida desde hace tiempo se suma a la postura de Varini, la que seguramente no cambiará, sobre todo pensando que Bravos tiene que ganar por dos goles en el complicado Nemesio Diez. Sin embargo, los sueños de Juárez no tienen permiso de claudicar y se prevé que el sábado habrá emociones dispares en Toluca, donde la gente fervorosa de los Diablos, ya preparan la fiesta habitual.
