A sus 36 años, la francesa Eugénie Le Sommer todavía llora al recordar cuando su madre Claudine la veía salir a una cancha de fútbol y no podía disimular su cara de angustia al ver que su hija era la única niña de los dos equipos. Consciente que había heredado su férreo carácter, poco pudo hacer para disuadir su deseo ferviente de jugar a la pelota.
Porque aunque Claudine también había jugado fútbol de niña y le divertía, lo que el fútbol era para su hija iba más allá que una simple distracción de fin de semana. Lo podía ver en sus ojos y en la pasión con la que disputaba cada pelota. Y entonces, al saber que no iba a poder disuadirla, aprendió a la fuerza a vivir sus partidos entre el disfrute por verla empoderada y el temor de que recibiera un fuerte golpe.
Pero lo que Claudine no sabía, mientras estaba ensimismada en ese instinto maternal, era que su hija no estaba solamente jugando fútbol. Entendiendo los tiempos que vivía y con ganas de romper cada estúpida barrera interpuesta desde el férreo machismo, Eugénie supo que iba a ser ella, por encima de cualquier otra, la que comandaría, siempre con la pelota en sus pies, una revolución que habría de hacer historia.
Por eso, cuando el fútbol la puso ante las puertas del profesionalismo, Eugénie no dudo un sólo segundo en dejar de practicar Judo, otra de sus grandes pasiones. Y, desde entonces, el fútbol femenil encontró en ella una jugadora que no tuvo empacho alguno en llevar la bandera de cambio y consolidación del deporte más democrático del planeta.
Y esa misión, loable e inspiradora, fue valorada por el mundo gracias a una capacidad goleadora voraz e incansable. La camiseta ‘9’ con el Le Sommer en la espalda se volvió un baluarte para Francia, un país que se desgarró la garganta gritando sus 92 goles con la selección y los 302 que anotó con la camiseta del Olympique de Lyon en sus 15 años en el club.
Pero ni esa capacidad goleadora, digna de idolatría planetaria, ni sus 13 títulos de liga francés, sus nueve copas domésticas o sus ocho Champions League serían lo mismo sin la capacidad inspiradora de Eugénie. En tiempos de cambio y de movilización contra un hartazgo generacional desde la trinchera femenina, la francesa fue parte primordial de una época en la que se comenzó a consumir fútbol femenil desde un empoderamiento genuino y sin freno.
La poderosa Liga MX femenil
Dejando de lado, afortunadamente, su idiosincrasia machista y caracterizada de la cultura mexicana, la Liga MX tomó en serio el reclamo histórico de la paridad de género y, paulatinamente y todavía sin concretar un escenario ideal, generó un campeonato atractivo que despertó interés en la afición mexicana.
Desde abrirle las puertas a los estadios, destinar presupuestos importantes y menor salarios, México se convirtió de pronto en un destino ideal para miles de jugadores que anhelaban poder cumplir el sueño de su vida: ser profesional a tiempo completo y disputar partidos con estadios llenos.
En ese contexto se desarrollaron figuras nacionales que se fueron convirtiendo en inspiración para niñas y jóvenes que ya no veían como una utopía poder ser futbolistas en toda la extensión de la palabra. Para consolidar esos buenos cimientos iniciales, los directivos mexicanos hicieron los mismo que con la rama varonil, provocando un boom emocional en el país.
Jenni Hermoso se coronó campeona del mundo y, al instante, se encumbró como un símbolo de orgullo y resistencia tras el vergonzoso acoso que sufrió por parte de Luis Rubiales, ahora expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, durante la premiación por el Mundial obtenido en 2023 en Australia/Nueva Zelanda.
La llegada de Hermoso dinamitó el fortalecimiento del fútbol femenil en el país y atrapó los reflectores mundiales y las aspiraciones de otras jugadoras que soñaban con vivir la experiencia mexicana. Desde entonces, diversos nombres, nacionales y foráneos, engalanan una competencia de primer orden a la parte la española, la Liga MX puede presumir de tener o haber tenido a: Charlyn Corral, Alicia Cervantes, Kenti Robles, Rebeca Bernal, Jasmine Cásarez, Lizbeth Ovalle, Christina Burkenroad, Katty Martínez, Sarah Luebbert, Deneisha Blackwood y Amandine Henry, entre otras.
Era cuestión de tiempo para ese escenario de paridad, que todavía lucha por seguir ganando adeptos y espacios, añadirá a Eugénie Le Sommer. La francesa vestirá la camiseta del Toluca, entrenado por su compatriota Patrice Lair, quien ha decidido hacer dos cosas con la emblemática delantera: competir por todo en México y que vea que con sus goles y destreza pudo cambiar e inspirar un rincón bello del mundo.