En la última década, el fútbol español ha vivido una transformación profunda y acelerada. Los viejos modelos de gestión, basados en la propiedad de los socios y en empresarios locales con raíces históricas, han dado paso a una nueva realidad dominada por grandes fondos de inversión y grupos internacionales. Nombres como CVC Capital Partners, Sixth Street, Ares Management, 777 Partners o Velocity Sports Partners han dejado de ser solo siglas financieras para convertirse en actores clave que ya influyen directamente en el devenir de clubes y competiciones.
Este cambio no es casual ni pasajero. La creciente globalización del deporte, junto a la exigencia de mayor capital para competir en mercados saturados y muy mediáticos, ha abierto la puerta a la entrada masiva de inversores extranjeros. Estos fondos aportan no solo dinero fresco para sanear deudas o invertir en infraestructuras, sino también nuevas formas de gestión profesional, con objetivos claros de rentabilidad y expansión internacional.
Sin embargo, esta transformación ha generado un debate intenso. ¿Cómo afecta la llegada de estos capitales al alma tradicional de los clubes españoles? ¿Están los fondos cambiando el modelo histórico basado en la comunidad y el sentimiento local por un modelo más empresarial y global? Mientras algunos ven en esta evolución una oportunidad para modernizar y profesionalizar el fútbol español, otros alertan sobre riesgos como la pérdida de identidad y la presión por resultados económicos a corto plazo.
A diferencia de otras grandes ligas europeas como la Premier League, donde la mayoría de los clubes están controlados por inversores extranjeros, en España esta tendencia es todavía incipiente, pero creciente y muy tangible. Desde el Valencia hasta la recién ascendida Cultural Leonesa, pasando por clubes como Girona, Espanyol o Mallorca, los fondos ya tienen voz y voto en las decisiones estratégicas y financieras.
En este reportaje, desgranaremos quiénes son los nuevos jefes del fútbol español, cómo operan los grandes fondos sin necesidad de comprar clubes completos, y qué implicaciones tiene este cambio para el futuro de LaLiga y sus seguidores.
En España, 19 de los 42 clubes en la élite están controlados por capital forastero
La temporada 2025/26 arranca con un dato que refleja el giro estructural que ha vivido el fútbol profesional español en la última década: 19 de los 42 clubes de LaLiga y LaLiga Hypermotion están en manos de propietarios extranjeros. Seis en la máxima categoría, 13 en Segunda. Una cifra que, sin ser mayoría, evidencia una transformación profunda del ecosistema futbolístico nacional.
En Primera División, los clubes con capital mayoritariamente foráneo son estos: Espanyol (ALK Capital, de la mano de Alan Pace), Girona (City Football Group), Mallorca (Andy Kohlberg), Valencia (Meriton Holdings – Peter Lim), Elche (Christian Bragarnik) y el Real Oviedo (Grupo Pachuca y Grupo Carso). Distintos modelos de inversión que van desde grandes grupos multinacionales del fútbol global hasta empresarios individuales con una visión más vertical del negocio deportivo.
En LaLiga Hypermotion, la presencia extranjera es aún más extendida, con 13 equipos bajo control internacional: Real Valladolid (Grupo Ignite), Leganés (Blue Crow Sports), Granada (Wuhan DDMC Football Club Management), Málaga (familia Al Thani, aún mayoritaria pese a la intervención judicial), Racing de Santander (Sebman Sports International), Real Zaragoza (Amber Capital, grupo liderado por Jorge Mas), Sporting de Gijón (Orlegi Sports), Albacete (grupo catarí Skyline International), Almería (Mohamed Al-Khereiji), Burgos (Yucon), Castellón (Haralabos Voulgaris), Córdoba (Infinity Capital) y Cultural Leonesa (Aspire Academy).
Además de los clubes con control total o mayoritario de inversores extranjeros, hay otros donde fondos de inversión han adquirido participaciones significativas, aunque sin ostentar el control. El caso más relevante es el del Atlético de Madrid, donde el fondo estadounidense Ares Management posee un 33,96% de Atlético HoldCo, la sociedad matriz que lo controla, desde su entrada en 2021 con una inyección de 120 millones de euros. Esta participación, aunque minoritaria, ha supuesto una influencia real en la estructura financiera, especialmente en su proceso de expansión internacional y refinanciación de deuda.
Frente a este nuevo orden, se mantienen en pie solo unos pocos bastiones del modelo tradicional: Real Madrid, F.C. Barcelona, Athletic Club y Osasuna, que siguen siendo propiedad de sus socios, junto a otros clubes gestionados por empresarios nacionales o accionariados locales como Villarreal, Real Sociedad o Betis.
En definitiva, los clubes con propietarios extranjeros son los siguientes:
LaLiga: Espanyol, Girona, Mallorca, Valencia, Elche y Real Oviedo.
LaLiga Hypermotion: Real Valladolid, Leganés, Granada, Málaga, Racing de Santander, Real Zaragoza, Sporting de Gijón, Albacete, Almería, Burgos, Castellón, Córdoba y Cultural Leonesa.
Comparativa europea: Alemania, la excepción en un continente vendido

En la Premier League, la influencia extranjera es innegable. Clubes como el Manchester City, propiedad del jeque Mansour de los Emiratos Árabes Unidos; Chelsea, bajo el control del estadounidense Todd Boehly; y Newcastle United, cuyo dueño principal es el Fondo de Inversión Público de Arabia Saudita, reflejan la fuerte penetración internacional en la liga inglesa. De los 20 equipos, 15 cuentan con propietarios no británicos. Se salvan Tottenham, Brentford, West Ham, Brighton y Manchester United (propiedad dual entre británicos, quienes asumen las responsabilidades de las operaciones deportivas, y estadounidenses).
En la Serie A italiana, la situación es más equilibrada. Aunque clubes emblemáticos como el AC Milan y la Roma están en manos de inversores estadounidenses (RedBird y Friedkin, respectivamente), otros como Juventus, Napoli y Lazio mantienen propiedad local italiana. En total, 11 de los 20 clubes italianos tienen propietarios extranjeros.
Francia, por su parte, sigue una tendencia similar a la Premier, con grandes inversiones extranjeras detrás del París Saint-Germain (Qatar Sports Investments), Olympique de Marsella (Frank McCourt, estadounidense) y Toulouse (RedBird). De sus 18 equipos, 12 tienen dueños foráneos.
Alemania aparece como la excepción en Europa. Gracias a la regla 50+1, que obliga a que el club y sus socios locales mantengan la mayoría de la propiedad y el control, prácticamente todos sus equipos son propiedad de sus miembros o empresas alemanas. Solo RB Leipzig, propiedad de la austríaca Red Bull, rompe la norma. De ahí el odio. Atención al tuit.
Finalmente, España se encuentra en un punto intermedio. Aunque LaLiga tiene la gran mayoría de clubes con la propiedad en manos de los socios, equipos como Espanyol, Valencia y Girona son controlados por propietarios forasteros. Solo seis de los 20 clubes tienen dueños extranjeros.
Fondos sin camisetas, pero con alto poder
En diciembre de 2021, LaLiga y CVC Capital Partners sellaron un acuerdo pionero -con el respaldo de 38 de los 42 clubes profesionales- por el cual CVC inyectó 1 994 millones de euros en forma de préstamos a 40 años al 0 % de interés, a cambio de un porcentaje de los ingresos audiovisuales de LaLiga durante los próximos 50 años.
Este programa, llamado LaLiga Impulso, comprometía a los clubes beneficiarios a destinar al menos un 70 % de los fondos a infraestructuras, digitalización, branding y crecimiento internacional, dejando un 15 % para reducir deuda y otro 15 % para gastos deportivos como fichajes. Hasta 2024, ya se habían distribuido más de 1.000 millones de euros, con un impacto claro en modernización y sostenibilidad.
A pesar de las impugnaciones presentadas por Real Madrid, Barcelona y Athletic, los tribunales españoles confirmaron la legalidad del acuerdo. Uno de los últimos clubes en incorporarse al plan ha sido la Cultural Leonesa, recién ascendida a LaLiga Hypermotion, que recibirá cerca de cuatro millones de euros distribuidos en tres temporadas.
Sixth Street y los derechos del Barça y el Bernabéu
Sixth Street, fondo estadounidense, ha sido protagonista de operaciones clave en los grandes clubes españoles sin necesidad de adquirirlos. Con el Barcelona, adquirió inicialmente un 10 % de los derechos televisivos de LaLiga por 25 años, y más tarde otro 15 %, lo que supuso para el club una inyección superior a los 260 millones de euros en efectivo.
Con el Real Madrid, firmó un acuerdo de 360 millones de euros para participar en la explotación comercial del nuevo Santiago Bernabéu durante dos décadas. El fondo, junto con Legends, se encargará de maximizar los ingresos ligados a eventos, experiencias premium y otros activos del estadio.
Sixth Street apuesta por transformar el fútbol en una plataforma de entretenimiento más amplia, con foco en la monetización global de marca, tecnología y activos infraestructurales.
Goldman Sachs: financiador silencioso pero clave
Goldman Sachs ha emergido como uno de los grandes financiadores del fútbol español sin necesidad de tomar parte en los consejos de administración. Ha refinanciado deuda del Sevilla F.C. (más de 100 millones de euros) y del Real Betis (125 millones), vinculándose al ambicioso plan de remodelación del estadio Benito Villamarín.
También ha sido pieza clave en la financiación del Espai Barça y ha proporcionado liquidez al Valencia C.F. para reactivar la construcción de su nuevo estadio y reducir deuda acumulada.
La identidad, el último bastión
Más allá de balances, porcentajes de propiedad o planes de expansión global, el desembarco de capital extranjero en el fútbol español plantea una pregunta esencial: ¿qué ocurre con la identidad de los clubes? Para muchos aficionados, el club no es solo una empresa o una marca, sino un símbolo local, una herencia familiar, un sentimiento colectivo construido a lo largo de generaciones.
En algunos casos, la llegada de inversores ha traído consigo mejoras evidentes: modernización de estadios, fichajes ambiciosos, profesionalización de estructuras. Pero en otros, la distancia cultural y la falta de arraigo local han generado tensiones con la grada. La gestión de Chen en el Espanyol o el prolongado vacío de poder en el Málaga bajo el control catarí son ejemplos de cómo esa desconexión puede derivar en conflictos profundos entre la propiedad y la afición.
En un momento en que el fútbol se globaliza como espectáculo y como negocio, la tensión entre rentabilidad y pertenencia sigue sin resolverse del todo. Muchos aficionados aceptan que el capital es necesario para competir, pero reclaman algo más: respeto por la historia del club, transparencia en la gestión y un compromiso real con la comunidad. Porque, en última instancia, ningún fondo de inversión podrá comprar lo que da sentido a este deporte: la pasión de quienes lo viven desde la grada.