Que no hay que alegrarse por las desgracias ajenas es una norma que cualquier buena persona lleva grabada a fuego en su alma. Pero eso no quiere decir que no haya que aprovechar cualquier oportunidad que se pueda abrir por esa desgracia. 

A Brahim, hay que decirlo así, le ha venido bien la lesión de Vinicius para meter la cabeza en el once inicial. Ancelotti no quería tocar su dupla brasileña en ataque a pesar de la nefasta racha por la que pasaba Rodrygo. Y si había algún resquicio en el once, ese era para Joselu. Brahim sufría en silencio, pero no bajó los brazos a la espera de que su entrenador se acordase de la había sido la estrella del Milan, el 10 rossonero, en las tres últimas temporadas. 

Y cuando por fin lo hizo y le dio minutos, el malagueño ha respondido de la mejor manera posible, marcando goles, dando asistencias y protagonizando acciones de esas que levantan al aficionado de su asiento por muy cómodo, confortable y calentito que sean los del Bernabéu. El madridismo le adora y él correponde al cariño con taconazos con caños, controles orientados con giros de 180 grados en carrera, regates inverosímiles y sutiles disparos a puerta. 

Encima, es humilde y generoso al repartir los éxitos. Como con su gol ante el Granada. "El mérito es de Kroos, que ve el pase que no ve nadie. Es increíble. Solo hay que verlo en el campo y ver cómo busca al jugador de delante para poder crear ocasiones. Es espectacular, en los entrenos ya lo vemos. Hoy me tocó limpiarle las botas", dijo tras el encuentro.

A Vinicius, por desgracia, le quedan muchas semanas para regresar. A Joselu le toca vivir ahora una mala racha. Con Rodrygo y Brahim en estado de gracia, a ver quién es el guapo que saca a alguno de los dos del equipo titular. Sería injusto.