De hecho, en su primer día de trabajo, ya ha visto que, de momento, el técnico argentino sigue sin quererlo en el equipo. Tanto por la mañana como por la tarde, contó con el resto de sus compañeros antes que con él. 

Que le quitasen el dorsal 7 para dárselo a Griezmann no deja de ser anecdótico, aunque es un punto más para que el disgusto con el club no se haya rebajado lo más mínimo. Y las sensaciones de este lunes han confirmado que no tiene sitio. 

Joao, tras demostrar en la sesión vespertina la calidad que tiene con el balón en sus pies, ha conversado luego con Andrea Berta, el director deportivo, que le escuchaba con calma, no precisamente la que parecía tener el jugador, que no dejaba de hacer gestos y aspavientos mientras se retiraba del terreno de juego.

El problema es que el Atlético, aunque no lo quiere, no ha recibido ofertas por él. Y si llegan, que llegará, no serán tan altas como esperan. Su devaluación en el mercado es notoria. Recuperar los 120 millones de euros, una utopía. Y esta mala relación con Simeone, y su discusión vespertina con Berta, no ayudan lo más mínimo a subir su cotización.