84 partidos consecutivos, 10 años con Francia y siete de ellos sin descanso. Antoine Griezmann ha tenido tiempo de aclimatarse a todas las sugerencias de su seleccionador y a los cambios introducidos en el equipo nacional. Pero, sin él y a pocos meses de la Eurocopa, ¿tendrán la capacidad de imponerse sin problemas
Está claro que el atacante ha asumido un papel vital en el juego de su selección. En primer lugar, porque siempre está presente sobre el césped, pero también por sus aptitudes intrínsecas únicas, tanto en ataque como en el centro del campo.
En cuanto al juego puramente ofensivo del número 7, durante mucho tiempo jugó como segundo punta junto a Olivier Giroud en el 4-4-2 de Didier Deschamps. Ya fuera durante la Eurocopa de 2016 (seis goles) o en el Mundial de 2018 (anotó cuatro, dos menos que Harry Kane, Bota de Oro), cumplió con su papel estando más que disponible ante la portería contraria, y combinando a la perfección en ataque con su compañero. Siempre abnegado, también distribuyó pases en profundidad y no dudó en jugar como ha aprendido. Con uno o dos toques, se veía lanzado hacia el área rival para asestar el golpe fatal.
No ha perdido esos puntos fuertes y sigue teniéndolos. Por otra parte, se ha adaptado a la llegada de nuevos jugadores y al cambio de sistema de Deschamps. El esquema táctico de la selección, que inicialmente había optado por un 4-2-3-1, ha hecho retroceder a Grizi. Posicionado como falso 10, al igual que en su club, prestó un gran apoyo a los delanteros, al tiempo que animaba el juego en la retaguardia. Capaz de situarse en cualquier parte del campo y de llegar a los espacios dejados, se encontró perfectamente a gusto en su posición. Esto le permitió explorar nuevos horizontes en el centro del campo.
El Mundial de 2022 sigue en la mente de todos. Y en él, Griezmann ha brillado especialmente. Ante la indisponibilidad de N'Golo Kanté y Paul Pogba, además del doble pivote de Aurélien Tchouaméni y Adrién Rabiot en el centro del campo, Deschamps tuvo que adaptarse. Así, el ex de la Real Sociedad bajó otro escalón y se convirtió en un agente creativo.
Decidido a hacer los quiebros necesarios para ayudar a la defensa, o a encontrar los cambios necesarios para encarrilar a su equipo, contribuyó activamente al éxito del equipo. Un buen ejemplo de este nuevo papel lo encontramos en su partido contra Marruecos (2-0). Al profundizar por las bandas, no sólo permitió a Ousmane Dembélé avanzar, sino que también bloqueó a los defensas rivales. Y como éstos no sabían si iba a abrir brecha él mismo o delegar, pudo incidir cerca de su área.
Además, estaba más presente en la medular y en el último tercio que delante de la portería contraria, lo que le facilitaba recuperar el balón y lanzarlo directamente hacia dentro. "Lo tiene todo para jugar en profundidad: la visión, el ritmo de trabajo, el toque, la energía, la inteligencia...", resumió Deschamps antes de la final perdida ante Argentina.
Y con este volumen de juego también pudo seguir evolucionando durante la reorganización en 4-3-3, como frente a Irlanda durante la fase de clasificación para la Eurocopa el año pasado (0-1). Sin ser necesariamente siempre consistente -a Deschamps también le gusta utilizar su 4-2-3-1-, el sistema permite a los galos explotar igualmente el terreno de juego. Sobre el papel, colocado a la derecha, trabaja combinando con los extremos. En la práctica, sin embargo, está presente en las cuatro esquinas del campo. Una forma más de crear peligro y contribuir al plan de juego ofensivo.
Casi irremplazable
"Si tenemos en cuenta la influencia de Antoine... Es muy, muy, muy difícil encontrarle un sustituto. Así que planificaremos las cosas de forma un poco diferente", declaró el seleccionador este lunes en rueda de prensa. Él mismo fue tajante: la ausencia del vicecapitán será perjudicial. Sin embargo, tiene la obligación de compensarlo con otros planes, tal y como hizo al excluirle de sus planes durante el Francia-Inglaterra (3-2, junio de 2017).
En sí, no tiene infinidad de soluciones. Griezmann es único. En consecuencia, los suyos pierden inevitablemente en creatividad y recuperación. Sin embargo, también podrán utilizar a sus laterales y extremos para aportar más percusión.
Así, todo parece indicar que Deschamps recurrirá al 4-3-3, con Camavinga, Tchouaméni y Zaïre-Emery en la zona central.
Con esta idea, el canterano del París Saint-Germain ocuparía la banda derecha del jugador colchonero. Sus dotes defensivas y su capacidad para llegar al ataque hacen de él una opción muy completa. Tan decisivo en la recuperación como en el juego corto y largo, debería poder cubrir temporalmente el hueco dejado por A. Griezmann ante Alemania y Chile.