Desde sus tiempos como futbolistas, Javier Aguirre y Miguel Herrera se han llamado primos, debido a que el segundo apellido del ‘Piojo’ es el mismo que el paterno del ‘Vasco’. Durante años, y con las ganas de seguir bromeando, ninguno de los salió a aclarar si en verdad eran familiares, dejando que el rumor se amplificara en el mundo futbolístico mexicano.
Jocosos y con talento para la broma fácil, los dos fueron deambulando en el mundo profesional y luego se convirtieron en entrenadores. Pero, aunque la amistad entre ambos se fue afianzando, pronto quedaron claro dos cosas: el ‘Piojo’ y el ‘Vasco’ no eran familiares y su forma de afrontar los partidos desde el banquillo distaban de parecerse.
Dos visiones de competir
Aguirre se consolidó como un director técnico pragmático que sabía convencer a sus jugadores para comprometerlos en la misión de ganar siempre partiendo desde un orden que prioriza cuidar el cero. Consciente de que sin buenos cimientos no existe edificación que resista severos embates, el ‘Vasco’ llevó como un mantra el lema: “la ofensiva gana partidos, la defensa campeonato”.
Consolidada su estirpe como entrenador tras llevar al pequeño Pachuca a la gloria deportiva, Aguirre asumió el cargo como seleccionador en un momento de angustia y desesperación cuando el Tri deambulaba por una eliminatoria dolorosa que lo amenazaba con dejarlo fuera de Corea-Japón 2002; sería el primer proceso de tres que encabezaría en el cuadro mexicano.
Pero, más allá de su labor como bombero de la selección nacional, Aguirre se dejó llevar por el hambre de aprender y la autoexigencia y se fue a Europa, donde consolidó su visión de juego. “Enfrentar a Aguirre es como ir al dentista”, dijo alguna vez Carlo Ancelotti sobre el mexicano. Una frase esclarecedora sobre el orden y el cuchillo entre los dientes que el ‘Vasco’ exige a sus futbolistas.
Sin el recorrido de Aguirre, el ‘Piojo’ pasó de ser un férreo lateral izquierdo que no tenía empacho en pegar una buena patada a un entrenador obsesionado con atacar y dominar a su rivales. Arropado filosóficamente por el Lavolpismo, Herrera le imprimó a dicha escuela una mayor flexibilidad en el parado táctico de sus equipos, sin abandonar ni un segundo el enfoque ofensivo a la hora de competir.
A diferencia del ‘Vasco’, Herrera curtió su reputación en suelo mexicano con un América inolvidable tras picar piedra con planteamientos con la vista en la portería contraria, incluso algunas veces temerarios que le dejaron dolorosas derrotas con otros equipos. Pero, aunque su manera de afrontar partidos era diferente, al igual que Aguirre, el ‘Piojo’ también mostró un talento inconmensurable para saber convencer a sus futbolistas.
Pero, a pesar de su capacidad, a Herrera lo ha traicionado el impusilvo carácter con el que deambula por la vida. Un golpe a un periodista mexicano en un aeropuerto lo alejó del cargo como seleccionador mexicano y, desde entonces, su carrera ha tenido sendos altibajos que lo alejaron de la palestra de élite nacional. Por eso, cuando el ‘Piojo’ recibió la oferta para dirigir a Costa Rica aceptó de inmediato. Hambriento de recobrar su lugar de preponderancia y con ganas de asumir grandes retos deportivos, prometió cambiarle el rumbo al cuadro Tico atorado en una renovación generacional que no terminaba de cuajar.
Y tras seis meses en el cargo, Herrera afrontará este domingo un compromiso “raro” al enfrentar a su propio país. El ‘Piojo’ precisó que no sabe qué hará cuando suene el himno mexicano, pero dejó claro que su mentalidad no ha cambiado y que, teniendo un rectángulo verde con un equipo dirigido por él, lo único que tiene en mente es en ganar.
Enfrente estará un viejo amigo que conoce la forma de pensar de Herrera, mientras intenta encontrar un equipo que se asemeje, de una vez por todas, a lo que él entiende por fútbol. Sin disimulo, hace unos días confesó que dejó de lado a tres futbolistas que alguna vez pusieron condiciones para ser convocados. “Esto es la selección mexicana y no esperamos a nadie”, dijo en conferencia de prensa.
Con la misión de edificar el estilo que pretende para su equipo, el ‘Vasco’ tendrá que sortear el efecto emocional de enfrentar a un viejo amigo que, después del abrazo inicial que se darán antes del partido, querrá ganarle por todos los frentes al mismo tiempo que intenta controlar su amor nacionalista en pos de un país que siempre, desde hace décadas, anhela ganarle a México en cualquier competencia.