A mediados de julio del 2024, Jaime Lozano decidió renunciar a su sueño de dirigir a la Selección Mexicana de Fútbol en una Copa del Mundo y se alejó del cargo como entrenador del Tri. “Lo hice por una cuestión de valores”, diría después tras un periodo de duelo silencioso, mientras la gente todavía sentía el dolor por el fracaso de la Copa América.
Aclamado como el autor principal de la medalla de bronce obtenida por el equipo mexicano en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, Lozano fue encumbrado por la prensa del país como la figura del entrenador moderno y preparado que pudiera cambiar el dominio extranjero en ese ámbito.
Con Lozano a la cabeza llegarían más y se acabarían los argentinos, dijeron algunos envueltos en bandera tras sentirse despechados por Gerardo ‘Tata’ Martino y su planteamiento defensivo ante Argentina en el Mundial de Catar que los dejó heridos en su más profundo nacionalismo.
Sin mucho qué pensar, los dirigentes mexicanos tomaron al ‘Jimmy’ y lo pusieron al mando del Tri prometiendo, con bombo y platillo, que un entrenador acostumbrado al picante y conocedor de todas las letras de las rancheras de antaño estaría al frente del equipo en el debut mundialista en el Estadio Azteca.
Pero la realidad, lejos de una selección con límite de edad, fue agazapando la capacidad y el júbilo de Lozano, de quien pronto quedó claro que tenía carencias en cuestiones importantes dentro y fuera de la cancha.
Con el ‘Tata’ Martino lejos de México, los futbolistas del ‘Tri’ comenzaron a ventilar el trato exigente que el argentino imponía en los entrenamientos y en las concentraciones. Para ellos, que el argentino los quisiera lejos de distracciones en los hoteles era ir en contra de la idiosincrasia del mexicano apegado a la familia y a los suyos.
Por eso, los jugadores se sintieron cómodos con Lozano y su apertura que los familiares de los protagonistas se quedaran en el mismo hotel de concentración en Copa América. Mientras las grandes selecciones sudamericanas lo dejaban todo de lado para tratar de ganar la justa, en México había cordialidad y alegría; e incluso videos de baile en TikTok.
Y aunque ese contexto despertó ciertas alarmas, lo peor sería visto dentro de la cancha. En una justa de máxima exigencia, Lozano demostraría buenos planteamientos iniciales, pero nula flexibilidad y poca lectura de partido para corregir lo que los partidos le iban presentando. Esa inoperancia ahondaría la crisis existencial del equipo mexicano ante una afición dolida y poco representada desde el Mundial con otra eliminación en fase de grupos.
Ahogados por las críticas y queriendo aniquilar el desencanto, la Federación Mexicana de Fútbol le propuso a Lozano contratar a Javier Aguirre como su asistente. Esa oferta fue bien interpretada por ‘Jimmy’, quien entendió que era una invitación para irse. Con la dignidad por delante, presentó su renuncia al no querer a un viejo lobo de mar a su sombra.
Un golpe duro del que Lozano se levantó tras un año bajo un silencio atroz, pocas declaraciones públicas y viajes al extranjero para seguir aprendiendo de entrenadores de élite. Pero ese encierro autoimpuesto terminó en mayo pasado, cuando ‘Jimmy’ fue nombrado como entrenador de Pachuca, a semanas de participar en el Mundial de Clubes.
Todavía en duelo por el estrepitoso adiós de Guillermo Almada, el entrenador que había construido un equipo serio y aguerrido con una base de jóvenes, los aficionados de Pachuca pusieron su fe en el mexicano; pronto quedarían decepcionados.
En el primer partido del Mundial de Clubes, frente al Salzburgo de Austria, Lozano volvió a mostrar las mismas deficiencias y los Tuzos cayeron derrotados, mientras sus opciones para clasificar a octavos de final se iban terminando al tener al Real Madrid a la vista para el segundo compromiso de grupo.
Y si la decepción con Lozano ya había nacido, el sentimiento se acrecentó ante el Madrid que se quedó con un hombre menos al minuto 7 del primer tiempo. Un escenario que los Tuzos hubieran firmado antes de comenzar el partido y que pintaba el camino para lograr un triunfo rimbombante e histórico.
Sin embargo, lejos de aprovecharlo, Xabi Alonso desnudó, otra vez, las carencias de Lozano al leer las circunstancias del cotejo y acomodar a su equipo con 10 hombres, mientras el mexicano no supo qué hacer más allá de su plan inicial, claudicado tras la expulsión, y terminó dejando un parado abierto e irresponsable que terminó desencadenando una victoria contundente del Real Madrid.
Con la eliminación consumada de Pachuca, el mundo futbolero del país se pregunta si Lozano es el entrenador moderno y bien formado que hace algunos años la prensa encumbró desde el júbilo olímpico. Ahora, con el inicio de la Liga MX a la vista, ‘Jimmy’ no tendrá tiempo de entregarse a un largo proceso reflexivo en silencio y tendrá que asumir un reto para el que cada vez menos gente cree que está capacitado.