Frustración. Probablemente no haya otra palabra que describa mejor los sentimientos, ahora mismo, en la casa del Nápoles. Y sí, porque el juguete perfecto se ha roto, increíblemente, en apenas unas semanas.
Parece imposible que el equipo que se ha visto hasta ahora en el campeonato sea prácticamente el mismo -sólo falta Kim (y Lozano)- que el que ganó el campeonato la temporada pasada, dominándolo de principio a fin y demostrando ser claramente superior a sus rivales.
Y por eso no es fácil interpretar el tuit publicado por Aurelio De Laurentiis inmediatamente después del 0-0 en el Dall'Ara: "El Nápoles vuelve a empezar desde Bolonia. Bien hecho a todos!". Ciertamente, contra los Rossoblu, los Azzurri dieron un paso adelante. Pero no es menos cierto que la ironía es una de las armas de que dispone el hombre para superar un estado de frustración.
Y así, según los comentarios que llegaron para acompañar el tuit del presidente, o"Rudi García ha llegado al final del camino" (interpretación irónica) o DeLa "se ha vuelto loco" (interpretación desesperada). Lo sabremos en las próximas semanas.
Antes del parón de octubre, el Nápoles afrontará cuatro partidos cruciales -empezando por el de mañana contra el Udinese- para escalar posiciones en la liga y seguir navegando hacia los octavos de final de la Liga de Campeones tras la dolorosa victoria en Braga.
Y si para el destino del equipo los próximos partidos son fundamentales, para el entrenador se convierten en vitales. Porque si sale de éste con los huesos rotos, está prácticamente cantado que, tras el parón internacional, el Nápoles volverá con un nuevo entrenador.
Uno que, para imponerse, no necesita pelearse con los dos jugadores que hicieron la fortuna del equipo vigente campeón de Italia el año pasado. Y sí, porque después de hacer perder los estribos a Khvicha Kvaratskhelia, Rudi también se ensañó con Victor Osimhen, a quien no le sentó nada bien la sustitución en Bolonia, con el resultado aún empatado a cero.
Volver a ponerse en marcha requerirá una buena dosis de empatía. Una cualidad que García no ha demostrado tener en su carrera. Y mucho menos con los jugadores más importantes de sus propios equipos. El último en pedir su cabeza fue Cristiano Ronaldo. Y la consiguió.
