Ligue 1, Copa de Francia y Trofeo de Campeones: el triplete nacional es el objetivo habitual y lógico del París Saint-Germain desde hace varias temporadas. Y cuando el club de la capital no lo consigue, es cuando las críticas a la gestión se convierten en noticia y en el día a día del equipo.
Pero esta temporada 2024/25 es especial. Si la entidad de París ha alcanzado su segunda final de la Liga de Campeones en cinco años y va camino de ganar el primer triplete "real" de su historia, es gracias a dos hombres en particular: Luis Campos, el nuevo consejero deportivo del grupo QSI, y Luis Enrique, el entrenador que ha formado un equipo de campeones.
Luis Campos, el constructor entre bastidores
Arquitecto del nuevo PSG, Luis Campos fue renovado días atrás hasta 2030. Esta decisión confirma la nueva orientación del club, más centrada en el espíritu de equipo que en las estrellas, mientras se prepara para una nueva final de la Liga de Campeones contra el Inter. Una prórroga de cinco años para un director o asesor deportivo es poco habitual en los clubes, que suelen preferir mandatos de tres o cuatro cursos. Esto es, sin duda, una forma de recompensar "una de las mejores trayectorias de Europa", pero sobre todo de dar continuidad al cambio de política decidido en 2023 con la llegada de Luis Enrique: el fin de la política de "estrellas, brillo y glamour" en favor de una cultura de equipo.
El portugués contribuyó en gran medida a la remodelación de la plantilla, necesaria tras los repetidos fracasos en la Liga de Campeones. Cuando llegó en 2022, Campos tuvo que lidiar primero con el final de la era Messi-Neymar-Mbappé. Pero, al mismo tiempo, puso en marcha una nueva dinámica: añadir un montón de jóvenes promesas a un puñado de jugadores experimentados. La idea es que el PSG "cree sus propias estrellas", en palabras del asturiano. Campos, por su parte, quiere jugadores que vengan por el PSG y no por París. Con esta idea han llegado futbolistas como Joao Neves.
La relación de confianza entre ambos ha sido uno de los pilares del resurgir. En sus distintas ruedas de prensa, el español ha insistido en que quiere continuar la aventura junto a Campos. Pero, ¿cómo trabaja en el día a día? En noviembre de 2023, Luis explicaba a los estudiantes de la Sorbona: "Tengo casi 60 años, llevo 18 en el fútbol profesional, y es una idea por la que lucho cada día: un equipo es un rompecabezas de 22 o 24 piezas. La idea es simple, hay una columna vertebral de al menos un jugador en cada posición, más jugadores jóvenes con potencial para progresar. Por último, un criterio es esencial para cada futbolista: la inteligencia".
Luis Enrique: la hora del fútbol consistente
Durante muchos años, el PSG ha sido criticado por el comportamiento de su equipo, con cierta justificación. Y, más en general, el club propiedad de QSI ha tenido mala reputación en lo que se refiere al juego. Excesivamente individualistas, tacaños en el esfuerzo, maleducados dentro y fuera del campo, los parisinos nunca se han agrupado en torno a sí mismos.
Sin embargo, desde Carlo Ancelotti hasta Christophe Galtier, los entrenadores del París Saint-Germain han intentado implantar sistemas que favorecieran el colectivo en detrimento del individuo. Sin embargo, esto sólo ha funcionado de forma intermitente. Estamos pensando en particular en el equipo de Laurent Blanc en la temporada 2015/16, el de Unai Emery en la 2016/17, el de Thomas Tuchel entre 2018 y 2020 y el de Mauricio Pochettino en la campaña 2021/22.
En cada ocasión, determinadas personalidades tomaron el relevo. Sin embargo, la realidad era más compleja que eso, y el vestuario parisino nunca dio la impresión de jugar como uno solo. Tras múltiples fracasos en la Liga de Campeones, la directiva inició un nuevo ciclo con las salidas de Lionel Messi y Neymar en el verano de 2023.
Coincidió con la llegada de Luis Enrique -con fama de ser un entrenador exigente técnica y humanamente-, a quien se trajo para intentar imponer un enfoque más radical que el de sus predecesores. Se acabaron las concesiones, ya que la plantilla parisina debía seguir las instrucciones de un técnico que venía a inculcar una filosofía de juego muy concreta: el juego posicional. Desde entonces, el PSG nunca se ha mostrado tan coherente ni tan acertado.
¿Ousmane Dembélé camino del Balón de Oro?
Los resultados hasta la fecha: dos tripletes consecutivos en la liga nacional para el París Saint-Germain, con un recorrido hasta las semis y luego la final en Europa. Esta temporada, el PSG ha dominado con autoridad la Ligue 1, encajando su primera derrota de la temporada ante el Arsenal, frente al OGC Niza. El club de la capital aspiraba a hacer lo que ningún otro club europeo había conseguido en las cinco grandes ligas: terminar la temporada invicto. Por desgracia, esta vez no será así, pero quizás el resultado final merezca la pena si el club galo levanta su primer trofeo de la Liga de Campeones.
Si hay un aspecto en el que el PSG ha dado un vuelco este año, es en el mental. Es justo decir que se ha superado el trauma, lo que queda claro en el inicio de temporada del club. Antes del decisivo partido contra el City en enero, que podría haberles eliminado en caso de derrota, los parisinos habían perdido contra Arsenal, Bayern y Atlético de Madrid en la Fase de Liga. El cuadro galo jugaba bien al fútbol, con una identidad clara, pero el balón no entraba en la portería. El entrenador y sus jugadores no se rindieron, y esperaron ese famoso clic que les permitiría llegar a lo más alto en Anfield, Villa Park y el Emirates.
Uno de los jugadores que mejor tipifica este renacimiento no es otro que Ousmane Dembélé. Tras quedarse fuera de la convocatoria para el partido contra los Gunners en octubre, el francés recuperó la cabeza unos meses más tarde, recobró la confianza y se convirtió en el líder ofensivo que tanto necesitaba el PSG. Dos tripletes consecutivos dieron alas a los suyos: en Stuttgart, el 29 de enero, y tres días después, en la Ligue 1, en Brest, futuro adversario en la repesca de la C1. El oriundo de Evreux estaba imparable, acumulando 33 goles y 13 asistencias en todas las competiciones antes del encuentro con el Inter. Dembélé es el símbolo de un equipo excepcional, de este fútbol coherente, e inevitablemente aspirará a la principal recompensa individual en caso de victoria el sábado: el Balón de Oro.