En el Atlético no saben si darse de cabezazos viendo su extraordinario nivel, el mismo que le llevó a pagar 120 millones de euros por él al Benfica, o levantar los brazos esperando que sea capaz de mantenerlo para recuperar toda la inversión, o incluso más, en un traspaso el próximo verano. 

Mientras tanto, los que disfrutan son los barcelonistas, que ya no tienen excusa para subir a la montaña mágica de Montjuic y disfrutar desde las olímpicas gradas a quien, tocado por la varita de los dioses del fútbol, ha renacido cual ave fénix.

Joao Félix anotó dos goles, uno con un tiro ajustado al primer palo y otro de cabeza, y repartió una asistencia que Lewandowski agradeció anotando. Pero no es sólo eso. Se le nota feliz, justo lo que, traducido al latín, significa felix. 

Y ya que estamos, haciendo un juego de palabras con aquel saludo de los gladiadores al César emperador, 'Ave César, los que van a morir te saludan', aquí no muere nadie, a no ser que sea de diversión cuando el menino de oro agarra la bola y empieza a hacer diabluras con él. 

"Estoy feliz, disfrutando, los compañeros me ayudan mucho, yo solo no podría hacer nada", comentó tras ser proclamado MVP del partido ante el Amberes. Queda aún lo más difícil, "mantener el nivel", pero el inicio no ha podido ser más esperanzador para el 14 azulgrana.