La tensión racial es un problema constante en Estados Unidos. Hace dos años, Cuando Patrick Mahomes y Jalen Hurts se citaron en el duelo por el Trofeo Vince Lombardi, se encontraba en su punto más caliente con la paliza mortal de cinco agentes al joven de 29 años, Tyron Nichols, en Memphis.
Ahora, con estas dos figuras de nuevo en el máximo escaparate, las políticas racistas del nuevo presidente Donald Trump vuelven a tener la problemática contra los extranjeros y las personas negras en ebullición. Y, otra vez, el deporte se erige como el motor con mayor poder para impulsar un cambio a mejor.
Durante la Super Bowl LIX, el Caesars Superdome albergará un enfrentamiento entre dos colosos absolutamente atípicos que han conseguido triunfar en el fútbol americano, una disciplina en la que siempre han primado los estándares y se deja poco espacio a la improvisación.
Los mariscales de Kansas City Chiefs y Philadelphia Eagles son muy distintos a lo que estaba establecido en el ideario colectivo como un director de juego de los que todo entrenador quiere colocar al frente de su ataque. Siempre se ha tenido como referencia, en gran parte por las películas, a los típicos blancos, altos, estilizados y exitosos en todos los ámbitos, como el quarterback titular del equipo de fútbol americano.
Sin embargo, los líderes de los contendientes para el próximo partido por el título de la NFL rompen con todos los esquemas. Hurts se caracteriza por sus capacidades atléticas y le encanta correr con el balón, al contrario que los clásicos directores de orquesta pasadores. A cambio, Mahomes pasa más, pero es un verso libre sobre la parrilla, nunca sabes con qué nuevo truco te va a sorprender.
Con paso firme
Y es que la revolución del quarterback negro en la NFL es ya una realidad. Cada vez más hombres afroamericanos ocupan el puesto de titulares al mando del ataque en franquicias que pelean por llegar a la tierra prometida. Buena prueba de ello es que este año el único mariscal blanco de las finales de conferencia fue Josh Allen (favorito al MVP), de los Buffalo Bills. Mahomes, Hurts y Jayden Daniels, de los Washington Commanders, acompañaron al californiano.
Y no es cuestión de integración forzada, sino que estas estrellas se están ganando su espacio por derecho propio. El '15' de los Kansas City Chiefs llega a la Super Bowl LIX con 288 intentos de pase consecutivos sin una intercepción (incluidos los playoffs), mientras que el de Philadelphia Eagles lleva 209 envíos seguidos sin una elección. El texano tiene la racha más larga sin intercepciones en una Super Bowl de todos los tiempos, mientras que Hurts ostenta la tercera por detrás de Matt Ryan de Atlanta en 2016 (212).
Por otro lado, Mahomes tiene un récord impoluto de 3-0 en los Playoffs cuando se ha enfrentado a la mejor defensa del pase del campeonato, algo que le sucederá de nuevo el domingo en Nueva Orleans. En esos duelos promedia 37 puntos, un porcentaje de servicios completos del 70,8%, 2,7 touchdowns aéreos por encuentro y un rating de pasador de 108,5, siendo el primero de siempre en todos los apartados estadísticos mencionados.
Yo por si quedara alguna duda de que los quarterbacks negros han venido para quedarse, Jalen Hurts es el primero en 33 años que llega a una Super Bowl, después de perder la primera que jugaba. Además, es el octavo mariscal de campo que llega a la final de la NFL en al menos dos de sus primeras cinco temporadas (tras John Elway, Troy Aikman, Kurt Warner, Tom Brady, Ben Roethlisberger, Russell Wilson y Patrick Mahomes). Y es el quinto en alcanzar la definición dos veces antes de cumplir los 27 años (también Brady, Roethlisberger, Wilson y Mahomes).