No era el día con el mejor ambiente posible, poco menos de 50.000 espectadores, pero es el primero que tocó después de la conquista del octavo campeonato mundial. Y eso siempre es motivo de celebración.
Fue Benzema, como capitán, quien mostró el trofeo al Bernabéu para luego posar con el resto del equipo, incluso con algunos no convocados, y recibir el aplauso y la ovación al grito de "campeones, campeones".