En el adinerado Polanco, el tráfico se apoderó este jueves de los sentidos mientras transeúntes y automovilistas resoplaban con un sello de frustración. Acostumbrados a los picos de coches atiborrados a ciertas horas, el tráfico desde temprano rompió rutinas. El culpable: el fenómeno cultural del Gran Premio de la Ciudad de México.
Es la tercera etapa que la Fórmula 1 pone sus ojos en México. Pero, lejos de las pasadas, esta última ha sido definitiva y pasional como pocos hubieran imaginado. El arraigo de la celebración ha quedado claro en la afición mexicana que no ha tardó nada en hacer suyo, y a su manera, la celebración.
Este aspecto notorio de la idiosincrasia mexicana, el de arropar a todo aquel que valore lo que el país y su gente son, ha sido determinante para generar un vínculo que se ha establecido como parte medular del calendario de la máxima categoría del automovilístico. Y lo que la capital mexicana vive en esos días dominados por el color de las escuderías y sus pilotos es inigualable.
El efecto ‘Checo’ Pérez
Con miras a un fin de semana siempre especial en el calendario de la Fórmula 1, un evento de Ferrari en Polanco para inaugurar sus actividades en la Ciudad de México y para presentar a sus pilotos, Lewis Hamilton y Charles Leclerc, provocó un revuelo emocional que provocó alarido y hasta lágrimas de emoción en la gente.
Gran parte de este contexto amigable y pasional de los mexicanos con la Fórmula 1 tiene un culpable. Sergio ‘Checo’ Pérez es uno de los atletas que el país tiene como uno de los mejores de su historia. Siempre con el carácter por delante y el talento como bandera, Pérez se apropió cada año de los sentidos en la víspera del Gran Premio de México.
Y, aunque durante los primeros años los resultados fueron evasivos, su fichaje por Red Bull lo cambió todo. Dos podios, 2021 y 2022, terminaron de cautivar a los que se negaban a entregarse a la ‘Checomanía’. Una revolución que terminó arropando a todos los pilotos que, con mucha astucia, se entregan al colorido mexicano con diseños en sus casos, automóviles y hasta vestimenta.
Un Gran Premio distinto y nostálgico
Debido a ese amor inmaculado por el piloto mexicano, la afición sufrió cuando se informó que Pérez dejaba de formar parte de Red Bull y se quedaba sin un asiento para la temporada 2025. Una afrenta al espíritu patriota que incluso, por corto tiempo, puso en duda el futuro del Gran premio mexicano.
Pero, lejos de sentirse ofendidos por lo que consideraron como un desprecio a Pérez y a la afición mexicana, los organizadores y el Gobierno entendieron el valor espiritual y económico del evento: en 10 años el Gran Premio de México ha recibido a poco más de 3.2 millones de aficionados con una derrama económica casi 140,000 millones de pesos (unos 7,000 millones de dólares). Unas cifras que sirvieron para extender el vínculo hasta, por lo menos, 2028.
La gran noticia, para algunos hipocondríacos que creían que la ausencia de Pérez en la pista iba a provocar un éxodo emocional de la gente, la respuesta de los mexicanos al evento ha sido tan magistral como años anteriores. Pero la noticia del regreso de ‘Checo’ con la escudería Cadillac, para debutar en 2026, impulsó el poco ánimo decaído que pudiera haber en el ambiente.
"Será diferente, pero es una buena sensación de poder ver lo que hemos logrado como afición, patrocinadores y pilotos en 10 años", aseguró Pérez en los últimos días al confirmar que estará entre los asistentes en las fervientes gradas del Autódromo Hermanos Rodríguez, allí donde bastó una década para construir un legado que pretende ser eterno y a prueba de fuego.
