Me podrán llamar ventajista. O que barro para casa porque Sainz es español. Pero es justo ahora cuando hay que sacar pecho con lo que ha hecho Carletes. No ya sólo por la victoria, que también. Es el único capaz de discutir al neerlandés volador su absolutismo desde el año pasado. Sino también por cómo lo ha hecho, sólo dos semanas después de haber sido operado de apendicitis.
Cualquiera de nosotros estaría aún convaleciente, sin moverse de la cama y, menos aún, sin pensar en hacer movimientos bruscos o ejercicios. Pero Carlos Sainz, de tal palo tal astilla, se puso el mono, el casco y a volar en el Albert Park.
No le resta méritos haber ganado por el abandono por avería de Verstappen. Ahí estaba otro Red Bull, y los McLaren y, por supuesto, su compañero de equipo, el 'elegido'. O no. Porque Leclerc, es indudable, tiene talento. Mucho. Especialmente, a una vuelta. Pero le cuesta tener regularidad, dar lo mejor de sí ante la presión. Y así no es posible ser campeón del mundo.
Carácter ganador tras quedarse sin asiento en Ferrari
A pesar de ello, Ferrari ha preferido al monegasco como su hombre franquicia. Y ha sacrificado a Sainz para fichar a un Hamilton que también anda errático desde que no tiene el mejor coche de la parrilla. ¿Casualidad?
El caso es que el piloto español ganó el duelo con Leclerc en su primer año, 2021, en el Cavallino Rampante (164.5 a 159). Lo perdió en 2022 claramente (246 a 308). Pero hubiera vencido en 2023 (200 a 206) si no llega a ser por esa última carrera en la que tantas cosas extrañas pasaron en su monoplaza. No ha habido tanta diferencia, pues, y si la ha habido, basta con ver quién ha conseguido victorias, fuera de Red Bull, desde 2023. Dos a cero, para ser exactos.
Pues eso. ¿Y ahora, qué? Pues que en Ferrari, seguro, habrá más de uno que esté pensando si se han equivocado y en vez de Charles deberían haberse quedado con Carlos. Ojalá otras escuderías de las grandes, que le permitan luchar por victorias, valoren su capacidad de pilotaje por encima de otras cuestiones. En Maranello no han sabido apreciarlo.
