Con la retirada de Carlos Sainz, con sus frenos incendiados antes de la salida, la carrera de Austria comenzó con retraso y con esa enorme decepción para la afición española y para Williams. Ha estado gafado el madrileño todo el fin de semana y no pudo acabar peor.
Pero tampoco le fue bien a Verstappen en cuanto se apagaron los semáforos. En la tercera curva, Antonelli jugó a los coches choque desde muy atrás y se llevó por delante al campeón del mundo. Y gracias puede dar el joven italiano de no arruinar el día a otros pilotos. Ambos se quedaron fuera tras la brutalidad del golpe, claro.
Cuando se reanudó la acción, una vez marchado el coche de seguridad, Norris, poleman, siguió primero, con Piastri, que había adelantado en la salida a Leclerc, tras él. Hamilton también dio cuenta de Russell y se puso cuarto. Alonso, mientras, era 10º tras los abandonos.
Las 'papaya rules'
Los McLaren tiraron a muerte para escaparse de la sombra de Ferrari con un ritmo infernal. La emoción volvió en la vuelta 11 (de 70) cuando Piastri intentó adelantar a su compañero. En el box papaya contuvieron la respiración para que no volvieran a tocarse como en Canadá. Fueron limpios ambos pilotos. Mayor riesgo hubo en la 20 cuando Piastri casi se come a Norris. Demasiado optimista fue. Ahí es donde empezaron a cambiar los neumáticos los favoritos.
Nada cambió en la cabeza de carrera una vez que todos pasaron por las manos de sus mecánicos, salvo que Norris abrió un considerable hueco con su compañero. Alonso, cuya estrategia era parar una sola vez, seguía en los puntos, 10º, tras su 'amigo' Lawson, aprovechando el DRS y esperando que alguno de delante sí tuviera que cambiar de nuevo sus neumáticos. Lo que terminó ocurriendo para sellar una brillante séptima posición después de aguantar en la última vuelta a su 'ahijado' Bortoleto, quien sumó sus primeros puntos en F1.
No hubo discusión en el triunfo, con el doblete de McLaren con el inglés por delante del australiano y con Leclerc ganando el pulso al resignado Hamilton, que volvió a tener roces con Ferrari por obligarle a cambiar de gomas cuando él no quería.