Era algo conocido que las lesiones habían lastrado constantemente la carrera de Juan Martín del Potro (36). Tanto fue así, que el de Tandil tuvo que dejar de lado la raqueta en 2022, con sólo 33 años. Sin embargo, unas palabras del propio exjugador han dejado claro que el calvario fue mucho peor de lo que se suponía.
"Cuando yo juego el último partido con Delbonis, la gente esto no lo supo, pero al día siguiente me tomé un avión a Suiza y me volví a operar la rodilla, esa fue mi quinta cirugía. A partir de ahí nunca más hice públicas mis cirugías. Cuando en la conferencia de prensa previa a mi partido con Federico dije que probablemente ese sea mi último partido, ahí encontré un poco de paz y corté con algo que me pasaba constantemente, que era: 'Delpo, ¿cuándo vuelves a jugar? ¿Cuándo te voy a ver en un torneo?' Pero yo no podía más con el dolor de piernas. Ahí preferí seguir en perfil bajo, en secreto, y si llega a funcionar vuelvo realmente", ha relatado, acerca de los instantes finales de su trayectoria profesional.
A continuación, confiesa que lo ha intentado todo para volver, pero que nada ha dado resultado y que su cuerpo ya no le pide tenis: "Automáticamente, me fui a Suiza, estuve ahí como dos meses encerrado en un pueblo cerca de Basilea. Me operaron, hubo rehabilitaciones, pero no funcionó. A los dos meses y medio me dicen que quedó otra cosita, que hay que volver a operar. Sexta operación. Después me fui para Estados Unidos y seguí rehabilitando, entre cirugía y cirugía probaba tratamientos, debo tener más de 100 inyecciones en la pierna, en la cadera y en la espalda. Me infiltraron, me sacaron, me analizaron, me quemaron nervios, me bloquearon tendones… un sufrimiento a diario que lo tengo ahí. Así vengo desde aquel día con Federico hasta hoy. Ese partido era para decir adiós al tenis, esto ya no va más, realmente no tengo más ilusión de volver a jugar porque el cuerpo no me lo permite", explica.
Una vida condicionada
El problema que tuvo Del Potro fue que los dolores no se quedaron dentro de la pista, sino que le perturbaron en cada instante de su vida diaria: "Cuando yo me operé la primera vez, a mí el médico me dijo que en tres meses volvía a jugar, en junio del 2019. Yo me había anotado en los tornos de Estocolmo, Basilea y París porque el médico me dijo que llegaba bien con el tiempo para jugar. Después de esa primera cirugía hasta el día de hoy nunca más pude subir una escalera sin dolor. Me duele muchas veces para dormir, cuando me giro de lado o me despierto porque me pegan unos pinchazos que son muy feos. Viene siendo como una pesadilla sin final que a diario sigo insistiendo en buscar soluciones y alternativas, pero no las encuentro. Todo empezó en aquella primera cirugía… cada vez que lo pienso me genera muchísima emoción mala, me da mucha bronca, mucha impotencia, pero no lo puedo cambiar", describe.
"Siento que tengo que contarles cómo estoy porque me hace bien, siempre tuve conexión con el público y tal vez este mensaje pueda inspirar o ayudar a otra gente. Yo, tal y como cuento mi vida cotidiana, no es la que yo deseo. Yo era un tipo muy activo que le gustaba mucho hacer deporte, no solo jugar al tenis. De repente me invitan a jugar a fútbol y soy el que lleva el mate y se sienta afuera, o van a jugar al pádel y soy el que hace los vídeos, para mí es terrible. Además, que, desde lo deportivo, me quitaron la ilusión de hacer lo que siempre me gustó hacer, que era jugar al tenis", agrega.
El gran quebradero de cabeza es que, dos años después de su último partido, la vida sigue igual o peor para el argentino: "A veces no tengo más energía, me consume mucho lo de la pierna, me consume anímicamente todo porque no solo estoy en esa búsqueda de mejorar, sino que además padezco el día a día. Yo me levanto y tomo entre 6 y 8 pastillas, entre un protector gástrico, un antiinflamatorio, un analgésico y otro para la ansiedad. ¿Bajar de peso? Pero si la medicación me hace subir de peso", cuenta.
Futuro incierto
Como cualquier ser humano, Juan Martín del potro va siendo cada vez más mayor y ve que su vejez puede estar muy comprometida: "Me dicen que el problema es psicológico, pero no puede ser. No sé por qué estoy metido en esto, a veces no lo soporto más. Es terrible y no sé cuándo va a terminar, porque ahora tengo otra gran pelea con el médico que me dice: 'Ponte una prótesis y deja de joder'. Yo muchas veces digo, bueno vale, ¿qué me garantiza la prótesis? Dicen que tendré calidad de vida. Vale, perfecto, es lo que busco, yo ya no busco más correr o jugar al tenis con mis amigos, pero después viene otro médico y te dice: 'No le hagas caso, eres muy joven para la prótesis, espérate a los 50 años'", lamenta.
"Yo desde los 31 que no corro, no subo una escalera, no puedo patear una pelota, no jugué nunca más al tenis. ¿Me quedo 15 años más de mi vida así para que a los 50 me pongan la prótesis y vivir más o menos bien a los 60? Entonces ahora me meto en esta discusión y también es terrible, porque estos son los escenarios y tengo que definirlos yo. ¿Por qué tengo que tomar yo esa decisión si el médico eres tú? Ahora estoy metido en eso y ojalá algún día se acabe, porque quiero vivir sin dolor", continúa.
Finalmente, recuerda que el 1 de diciembre, a las 17.00 horas de Argentina (21.00 horas en España), tendrá un último baile frente a Novak Djokovic: "Me he puesto de nuevo con la dieta, vengo bajando de peso, me puse entrenar porque quiero llegar lo mejor posible a este partido con Novak. Es un evento para decir adiós, ya no hay más vuelta atrás. El toque final se lo da Djokovic, que fue muy generoso en aceptarlo y venir. Más allá de mi momento personal, quiero que, junto a la gente, le demos mucho amor a él, que se lleve el mejor recuerdo de Argentina. Si al menos pudo tener durante unas horas algo de paz en mi pierna, volver a dar algo dentro de una cancha de tenis, sería muy bonito. Poder devolverles desde dentro, y junto a Novak, todo ese amor y cariño, que se lleven un buen recuerdo de esa noche", concluye.