Una sólida actuación en defensa bien vale la posibilidad de luchar por el título, y eso que el examen se afrontaba más complicado si cabe dadas las ausencias de Iyana Martín y Helena Pueyo. La siempre potente selección gala se presentaba como un rival durísimo por su gran juego interior y su superioridad física. Mantener un nivel de intensidad alto en todo momento era una condición sine qua non para tener opciones de ganar el partido.
La igualdad del cuarto inaugural se rompió en el segundo, ya que las dirigidas por Jean-Aime Toupane crearon una pequeña brecha en el marcador (parcial de 20-13) gracias a jugadoras como Valeriane Ayayi y Mamignan Touré, quienes acabaron el encuentro con 19 y 14 de anotación, respectivamente.
La distancia llegó a ser de hasta 10 unidades, pero tras el descanso tuvo lugar la reacción de una España que le endosó un contundente 0-9 que resultó clave para aumentar la emoción y la tensión en los compases finales. Luego, Aina Ayuso dio el susto con una leve torcedura de tobillo que no fue impedimento para continuar.
Un triple fundamental de Helena Pueyo hizo que cambiaran las tornas (46-47), aunque después hubo una pequeña crisis de acierto que pudo ser fatal. Los lanzamientos de tres de Awa Thiam -máxima realizadora en tierras helenas con un extraordinario registro de 21 tantos- y Elena Buenavida dieron alas a un plantel que dominó el último tramo a excepción de unos segundos en los que las francesas mandaron de nuevo con un ajustado y efímero 62-61.
Ni siquiera la importante diferencia que hubo en el rebote ofensivo (13-3) impidió la victoria de las españolas, que dieron forma al definitivo 64-65 tras los dos tiros libres anotados por la incansable Alba Torrens, muy fiable desde la línea del 4,60 metros a lo largo de todo el campeonato. Y desde esa misma distancia falló Iliana Rupert en su intento por forzar la prórroga.